f

#55 Hola. No, no he visto ninguna de esas dos películas, aunque les tengo ganas, sobre todo a la segunda.

Yo no veo que se haya amoldado tanto históricamente. De hecho, hoy en día la distancia entre las posturas de la Iglesia y las de la sociedad es muy grande (también lo fue por ejemplo durante el Imperio Romano). Sí es verdad que las reflexiones teológicas van aportando más luces a la comprensión de los textos, y que los avances históricos y filosóficos también contribuyen a que podamos mirar con luz nueva la realidad toda, incluida la fe. En todo caso, si tienes algunos ejemplos concretos podemos debatirlo, pienso que podría ser interesante.

La Iglesia acepta a los homosexuales, sólo dice que los actos homosexuales son pecado. Es diferente, aunque comprendo que resulte muy difícil de aceptar. Quizás cambien la manera en que se dice esto, pero no creo que nunca se ponga en plano de igualdad la relación homosexual que la heterosexual. Respecto a las mujeres, como el sacerdote en la misa hace el papel de Cristo, y Cristo era hombre, dudo que algún día esto cambie. Ha cambiado en otras confesiones cristianas que han dejado de creer en la transubstanciación, y que por tanto contemplan de manera diferente la Eucaristía. Lo que sí ocurrirá, espero, y ya poco a poco se empieza a notar, es que las mujeres ocuparán mayores puestos de responsabilidad en la Iglesia, y que el genio femenino tendrá lo mismo que aportar que el masculino.

Respecto a los extraterrestres, soy muy escéptico, aunque quién sabe. Sería toda una revolución si encontráramos inteligencia alienígena no humana, y seguro que la teología tendría que dar cuenta de ello de una manera que no soy capaz de prever. Por ahora yo me centro en lo que veo, que es el ser humano. Algunos teólogos dicen que no sería un problema y que tratarían de convertir y bautizar a esos extraterrestres, pero yo eso lo siento un poco ridículo. Si llegara ese caso no sé qué pensaría. Pero por ahora, como hipótesis, lo considero poco probable.

Lo de la inmortalidad sí sería más problemático, jeje. Por un lado iría contra las leyes de Dios en el sentido que dices. Pero quizás no ocurriría nada, en el sentido de que los que decidieran no morir ya habrían tenido su recompensa, y a lo mejor se estarían perdiendo una existencia mejor. Esa hipótesis empieza a ser más probable y reconozco que me resulta inquietante. No creo que sea lo que Dios quiere para nosotros. Pero comprendo perfectamente que resulte esperanzador para muchos. Yo tendría también la duda de si conectarme o no, claro.

Gracias a ti, agnóstico teísta, me recuerdas a mí hace unos años... lol

f

#54 El nóumeno es la cosa en sí kantiana, si no recuerdo mal, a diferencia del fenómeno que es lo que percibimos de ella. Las pareidolias consisten en encontrar rostros donde no los hay. Hipostasiar, según la rae es personificar una realidad abstracta.

No sé, es un poco críptico tu mensaje, pero puedo imaginar que pretendes decirme algo semejante a que la fe es una ilusión que consistiría en tres errores:
- Afirmar enunciados sobre el nóumeno (inaccesible al conocimiento) partiendo del fenómeno.
- Encontrar patrones y sentidos donde no los hay.
- Y personificar esos patrones, diciendo que las supuestas huellas de un Creador son, además, reflejo de un Dios personal.

No sé si voy bien encaminado...

f

#53 Yo creo que ocurre una cosa: hay pocas instituciones humanas que tengan tanta antigüedad como la Iglesia. Por eso su lista de crímenes es tan grande, pero también la de sus aciertos (basta leer las vidas de unos cuantos santos para convencerse de ello). Pero si coges casi cualquier otra institución, seguro que encuentras luces y sombras, porque el ser humano vive entre ambas. Por poner dos ejemplos, ¿sería justo que a un científico le dijeras que por qué eligió creer en el evolucionismo, cuando es sabido que las doctrinas de Darwin fueron fundamento de las teorías racistas y eugenésicas de diferentes regímenes (no sólo el nazi, también en Suecia, en USA, etc.)? ¿O sería justo que a un economista marxista le dijeras que por qué eligió creer en el marxismo, cuando es el sistema político que más inocentes ha llevado a la tumba con diferencia? Creo que la respuesta a ambas preguntas es no, y por dos motivos:

- El primero, porque es lícito separar un sistema de creencias de lo que ciertas personas que decían profesarlo hayan hecho con él, especialmente, además, cuando se trata de actos que no surgen como consecuencia de dichas creencias (no hay nada más anticristiano que la violencia, si uno lee el Evangelio literalmente).

- El segundo, porque incluso aceptando que el pecado forma parte de la Iglesia, la forma de plantear la fe no es la de una elección. No están todas las religiones y sistemas filosóficos "a la mano" y uno puede escoger cualquiera, a la carta. En cierto modo, el sistema le escoge a uno, o yo diría mejor que la verdad le envuelve a uno y posee a uno (hablando ya "desde dentro" del sistema). Pero esto pasa no sólo con la fe, sino con la filosofía. Aristóteles no pudo no creer en el Aristotelismo porque estaba convencido de las ideas que sostenía, y si no hubiera sostenido otras. Dicho de otro modo: la verdad es la verdad, es única y objetiva, la diga Agamenón o su porquero. Otra cosa es que estemos en disposición de conocerla, y yo creo que por entero no, sino sólo algunas perspectivas de la misma… Pero lo que quiero decir es que no podía plantearme elegir una religión que tuviera una mochila más pacífica porque ya me estaba convenciendo de la verdad del catolicismo. Por cierto que antes de mi conversión sí coqueteé con otras confesiones. Una de las que más me gustaron fue la de los cuáqueros. Si estás interesado, lee algo sobre ellos. Su historia es hermosa.

salva6

#82 Has sido valiente al exponerte al pregúntame.
Si me permites una corrección, Darwin y la teoría de la evolución no han sido fundamento de ninguna teoría racista. Al contrario, la teoría evolutiva choca frontalmente con el racismo. El racismo cree que el más fuerte sobrevive, mientras que del Darwinismo expone que el que sobrevive es el que mejor se adapte y no el más fuerte (Ley evolutiva).

Saludos.

f

#90 Muchas gracias.

Estoy de acuerdo con tu argumento, por supuesto la teoría de la evolución dice eso. Pero lo que quería decir es que los racistas, como los nazis, tergiversaron eso (de la misma manera que los inquisidores tergiversaban el Evangelio). En el caso de los nazis, creo que sí se puede hablar claro de relación con los paradigmas darwinistas: ellos pensaban que la raza aria era superior (intelectual y físicamente), y que no debía mezclarse con razas inferiores para contaminarse genéticamente (bueno, no se habían descubierto los genes pero sí las leyes de la herencia de Mendel predichas de alguna manera por Darwin). Es aplicar la teoría en un sentido muy torticero... En fin, me refería a eso.

Me refería al llamado darwinismo social especialmente:

https://es.wikipedia.org/wiki/Darwinismo_social

f

#52 Por supuesto que lo reconozco, yo he sostenido esa misma opinión durante muchos años. Y sí, es cierto, se termina aprendiendo a vivir así...

f

#44 Se han desordenado las respuestas, lo siento. Al menos puedes ir leyendo las partes en orden si estás interesando. Siento las molestias sinceramente.

f

#78 Y PARTE 10

Por último, también me preguntabas por mis experiencias místicas. Como tales no he tenido, aunque creo sin duda en su posibilidad.

Hay dos cosas que podrían asemejarse a una experiencia mística. Intentaré describirlas, aunque sé que es bien difícil.

La primera ocurrió en unos ejercicios espirituales, que duraron tres días. No sé bien qué pasó... Desde luego ayudó el vivir esos días en una rutina de oración y meditación, con los ojos puestos en lo Alto, con los pensamientos fijos en Dios, recorriendo toda la historia de mi vida y lo que me había llevado hasta ahí. Sintiéndome pecador y al mismo tiempo agradecido por todo lo que Dios había hecho por mí. Una de las meditaciones me pareció especialmente hermosa, aunque soy incapaz de recordar ahora el contenido. Pero sí recuerdo que me quedé arrodillado en el oratorio aprovechando la media hora de descanso que teníamos hasta la siguiente, mientras que la gente se marchó. Me quedé solo, arrodillado, con los ojos cerrados. ¿Diría que sentí la presencia del Señor? No lo sé, pero algo sentí, como una brisa suave (así lo describe el profeta Elías, después leí ese texto y me sentí identificado), como un abrazo incorpóreo... Es algo imposible de describir, pero tan, tan hermoso. Sentí una felicidad enorme. Es todo lo que puedo decir...

La segunda es algo más terrenal. Me ocurre al mirar a mi mujer. Cuando la miro siento a veces dolor por no encontrar palabras o formas de expresar lo que siento, y en cierto modo asomarme a ese abismo del lenguaje, querer ir más allá de la expresión a través de la expresión misma, es un hermoso imposible. Me ha pasado esto algunas veces, sin necesidad de besarnos siquiera, sino estando tranquilo mirando su rostro. El rostro es tan importante. El amor se alimenta mucho de las miradas. A veces puedo estar "poco amoroso", y basta con contemplar durante un tiempo su rostro para que eso cambie. No son sensaciones que se tengan de continuo, porque sería imposible vivir en esos abismos, pero cuando Dios nos regala uno de esos momentos, se siente que todo está bien como está, que el mundo está bien hecho, como decía el poeta Jorge Guillén. Esa plenitud pobre y humilde, sin aspavientos ni éxtasis. La plenitud del rostro amado.

Y esa sensación de plenitud o de amor intenso e inefable está muy, muy unida a la compasión, es decir, al sentimiento más vivo posible de que lo que tengo delante es una persona que me ama, y como persona está sujeta al dolor, la cruz y la corrupción. El amor es muchas más cosas, pero en ese momento es, sobre todo, ser copartícipe de ese sufrimiento del que todo ser humano participa, centrado en ella, y sentirlo más vivamente que el mío propio. El sufrimiento y la alegría van de la mano alimentándose la una a la otra y entre ambas elevan al amor a sus más altas cimas.

FIN

En fin, siento la extensión, pero considero que todo es importante para comprender la experiencia. Si sirve de algo me alegro, y si no, basta con saltarse la lectura en el momento en que uno se aburra.

Gracias por la recomendación del libro de Renard. Si puedo lo leeré. De todas formas, diría que Dios es amor también para el catolicismo (lee la encíclica Deus Caritas Est de Benedicto XVI si te apetece, es muy hermosa) y que el infierno es simplemente fruto de dotar de libertad al ser humano. A la postre es una decisión personal: se condena quien rechaza voluntariamente a Dios.

U5u4r10

#79 Wow!

Creo que es la explicación de una experiencia más detallada que vamos a leer nunca en Menéame. Créeme si te digo que ha hecho que me replantee ciertos aspectos de mi vida. La calidad de la prosa es innegable. Al leerte me hacias sentir cada uno de tus sentimientos y pensar cada uno de tus pensamientos. Creo que es muy valiente abrirse al resto de manera pública, aunque anónima.
En fin, muchas gracias por compartirla y ser tan incisivo en los detalles. La tuya es una experiencia que, cuando apague el ordenador, me seguirá dando que pensar.

f

#117 Vaya, a mí también me ha dejado impresionado -y mucho- tu comentario. ¡Muchas gracias por tus palabras, por tu sinceridad y por haberte tomado la molestia de leerme! Pensar que he conseguido hacerte comprender mi proceso y mis conclusiones, aunque no tengas por supuesto que compartirlas necesariamente, hace que me siente contento de haberlo escrito. Pues justo ése era mi objetivo...

C

#79 Muchas gracias por ser tan valiente de exponerte y tomarte la molestia de además hacerlo tan bien para que todos lo podamos leer.
He leído tu historia con detenimiento y no puedo más que conmoverme con todo lo que cuentas. Ten por seguro que volveré a ella más adelanta para meditarla más tranquilamente.

Con el tema del método Ongino sino tengo mal entendido la Iglesia permite su uso pero pone como condición que no se use con mentalidad anticonceptiva (si algo confuso). Tal y como yo lo entiendo la Iglesia no lo condena pero como en muchas otras cosas advierte de que depende de la intención de corazón con la que se haga. O eso es lo que sintetizo yo al menos.

De la Humanae Vitae:
"En realidad, entre ambos casos existe una diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales. Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero e integralmente honesto. "

PD: Gracias de nuevo.
PD2: Te he añadido como amigo para intentar enviarte un privado.

f

#126 Vaya, muchísimas gracias por tus palabras, no sabes la alegría tan grande que me da saber que sirve para algo lo escrito. :)

No conocía la cita exacta de la Humanae Vitae, ¡muchas gracias por traerla! Puedo entender más o menos el sentido de la norma, pero cuesta, la verdad... Sobre todo cuando en algunos medios católicos insisten en lo fiable que es el método: si es tan fiable o más que el preservativo, sería aún más "cerrado" a la vida...

Por supuesto, envíame un privado cuando quieras!

Un saludo.

C

#129 Si, el problema de nuevo creo que está en que no usamos esa posibilidad de forma correcta.
PD: Para lo del privado creo que necesito que me añadas como amigo en mi perfil.

Saludos

f

#77 PARTE 9

La postura de la Iglesia sobre las relaciones prematrimoniales, en un principio, me parecía válida por otro motivo: el aborto. Si el aborto es un mal, debe existir un vínculo de amor al menos suficiente para que, si hay un accidente, la pareja esté dispuesta a seguir adelante con el niño y educarlo juntos. Es precisamente la sacralidad de la vida lo que lleva a esta conclusión. Pero creo que hay más, mucho más, que este argumento.

La verdad, reconozco que intento siempre entender la postura de la Iglesia, porque pienso (o mejor, creo) que cuando dice algo suele estar justificado por razones antropológicas (y si algo se puede decir de la Iglesia es que conoce muy bien el corazón humano, con sus grandezas y miserias). En el tema sexual ha sido donde más dificultades he tenido. Por ejemplo, todavía no consigo entender por qué está bien usar el método anticonceptivo del ciclo menstrual pero no el preservativo dentro del matrimonio. Y más cuando a veces se defiende la efectividad del método de Ogino. Si tan efectivo es, ¿no supone tener relaciones tan cerradas a la vida como cuando se usa el preservativo? En fin, no lo entiendo. Pero creo que en el tema de las relaciones prematrimoniales sí puedo entender mejor las razones que se dan, al igual que al condenar la masturbación o las relaciones homosexuales.

Lo que he podido entender respecto a las relaciones prematrimoniales es, en primer lugar, que dificulta la propia relación. Si el noviazgo es el tiempo de discernimiento, introducir una relación que es expresión de una promesa definitiva (entre otras cosas, por la posibilidad de que alumbre una vida nueva) puede dificultar la reflexión de los novios sobre si la relación es la adecuada o no. Primero, por un problema de lenguaje: la relación sexual expresa algo (la donación total, incondicional y eterna) que no se corresponde con la realidad vivida, y por tanto la relación prematrimonial encierra una mentira. Y segundo, por un problema de libertad. El vínculo que se crea al introducir la sexualidad en el noviazgo es muy grande y dificulta el romper con una relación que no es la adecuada para casarse.

En segundo lugar, diría que por las consecuencias de la relación sexual. Es decir, si finalmente viene ese niño, ¿estamos siendo justos con él? ¿No tiene el niño un derecho a nacer en el seno de una familia preexistente, y no sobrevenida? ¿No tiene derecho a ser un don buscado, un verdadero y precioso regalo que se desea explícitamente, y no un "accidente"?

De todos modos, no me atrevería a emitir una condena a nadie sobre este tema. Quizás habría que enfocarlo por otro lado: hay algo noble y bello en guardar la castidad para la persona definitiva. Si creemos que el amor ha de ser un sí definitivo, entonces tendría sentido esta renuncia previa como un regalo que sólo se quiere entregar a la persona con la que yo me case. En mi caso, aunque en el sentido más físico del término haya llegado virgen al matrimonio, sé que mi castidad estaba arruinada por la manera en que me había comportado, y por eso es ahora cuando estoy recomponiéndola. Esto creo que también es importante: la castidad va mucho más allá de lo que se haga en un momento particular con los cuerpos, es más un estado que unos actos, y me parece moralmente peor el que haya llegado virgen pero tras años de pornografía, con el pensamiento erotizado y trastornado, que el que haya hecho el amor previamente con una persona a la que amó o creyó amar. Esto sin duda. Y no es que quiera culparme en exceso. No me siento especialmente miserable, sino que intento ser objetivo según veo las cosas ahora.

Es más complicado quizás el tema de la homosexualidad. Pero al haber padecido yo también una desviación sexual, puedo entender el sufrimiento que puede generar, y, sobre todo, puedo compadecer a quien está en una situación parecida. Sé perfectamente que un homosexual que me leyera podría sentirse ofendido por mi compasión, ya que diría que no la necesita. Pero lo que le diría es que negar que es una desviación, asumir que se puede actuar en contra del cuerpo biológico, no resuelve las cosas, sino que las violenta más. Aún así, jamás seré yo quien tire la primera piedra, sino el que esté para apoyar a cualquiera sea cual sea su condición y decisión. No creo que Dios condene a nadie por ello, hasta el mismo Papa Francisco lo ha dicho en varias ocasiones. Pero sí creo que la felicidad y la realización plena están en juego. En fin, es lo que opino yo después de haber vivido lo que he vivido, y de haber leído libros que me han ayudado mucho. Uno de ellos, que también trata el tema de la homosexualidad, es La trampa rota, del padre Miguel Ángel Fuentes. Lo encontré aquí:

http://www.teologoresponde.org/terapia-de-adiccion-sexual/

f

#78 Y PARTE 10

Por último, también me preguntabas por mis experiencias místicas. Como tales no he tenido, aunque creo sin duda en su posibilidad.

Hay dos cosas que podrían asemejarse a una experiencia mística. Intentaré describirlas, aunque sé que es bien difícil.

La primera ocurrió en unos ejercicios espirituales, que duraron tres días. No sé bien qué pasó... Desde luego ayudó el vivir esos días en una rutina de oración y meditación, con los ojos puestos en lo Alto, con los pensamientos fijos en Dios, recorriendo toda la historia de mi vida y lo que me había llevado hasta ahí. Sintiéndome pecador y al mismo tiempo agradecido por todo lo que Dios había hecho por mí. Una de las meditaciones me pareció especialmente hermosa, aunque soy incapaz de recordar ahora el contenido. Pero sí recuerdo que me quedé arrodillado en el oratorio aprovechando la media hora de descanso que teníamos hasta la siguiente, mientras que la gente se marchó. Me quedé solo, arrodillado, con los ojos cerrados. ¿Diría que sentí la presencia del Señor? No lo sé, pero algo sentí, como una brisa suave (así lo describe el profeta Elías, después leí ese texto y me sentí identificado), como un abrazo incorpóreo... Es algo imposible de describir, pero tan, tan hermoso. Sentí una felicidad enorme. Es todo lo que puedo decir...

La segunda es algo más terrenal. Me ocurre al mirar a mi mujer. Cuando la miro siento a veces dolor por no encontrar palabras o formas de expresar lo que siento, y en cierto modo asomarme a ese abismo del lenguaje, querer ir más allá de la expresión a través de la expresión misma, es un hermoso imposible. Me ha pasado esto algunas veces, sin necesidad de besarnos siquiera, sino estando tranquilo mirando su rostro. El rostro es tan importante. El amor se alimenta mucho de las miradas. A veces puedo estar "poco amoroso", y basta con contemplar durante un tiempo su rostro para que eso cambie. No son sensaciones que se tengan de continuo, porque sería imposible vivir en esos abismos, pero cuando Dios nos regala uno de esos momentos, se siente que todo está bien como está, que el mundo está bien hecho, como decía el poeta Jorge Guillén. Esa plenitud pobre y humilde, sin aspavientos ni éxtasis. La plenitud del rostro amado.

Y esa sensación de plenitud o de amor intenso e inefable está muy, muy unida a la compasión, es decir, al sentimiento más vivo posible de que lo que tengo delante es una persona que me ama, y como persona está sujeta al dolor, la cruz y la corrupción. El amor es muchas más cosas, pero en ese momento es, sobre todo, ser copartícipe de ese sufrimiento del que todo ser humano participa, centrado en ella, y sentirlo más vivamente que el mío propio. El sufrimiento y la alegría van de la mano alimentándose la una a la otra y entre ambas elevan al amor a sus más altas cimas.

FIN

En fin, siento la extensión, pero considero que todo es importante para comprender la experiencia. Si sirve de algo me alegro, y si no, basta con saltarse la lectura en el momento en que uno se aburra.

Gracias por la recomendación del libro de Renard. Si puedo lo leeré. De todas formas, diría que Dios es amor también para el catolicismo (lee la encíclica Deus Caritas Est de Benedicto XVI si te apetece, es muy hermosa) y que el infierno es simplemente fruto de dotar de libertad al ser humano. A la postre es una decisión personal: se condena quien rechaza voluntariamente a Dios.

U5u4r10

#79 Wow!

Creo que es la explicación de una experiencia más detallada que vamos a leer nunca en Menéame. Créeme si te digo que ha hecho que me replantee ciertos aspectos de mi vida. La calidad de la prosa es innegable. Al leerte me hacias sentir cada uno de tus sentimientos y pensar cada uno de tus pensamientos. Creo que es muy valiente abrirse al resto de manera pública, aunque anónima.
En fin, muchas gracias por compartirla y ser tan incisivo en los detalles. La tuya es una experiencia que, cuando apague el ordenador, me seguirá dando que pensar.

f

#117 Vaya, a mí también me ha dejado impresionado -y mucho- tu comentario. ¡Muchas gracias por tus palabras, por tu sinceridad y por haberte tomado la molestia de leerme! Pensar que he conseguido hacerte comprender mi proceso y mis conclusiones, aunque no tengas por supuesto que compartirlas necesariamente, hace que me siente contento de haberlo escrito. Pues justo ése era mi objetivo...

C

#79 Muchas gracias por ser tan valiente de exponerte y tomarte la molestia de además hacerlo tan bien para que todos lo podamos leer.
He leído tu historia con detenimiento y no puedo más que conmoverme con todo lo que cuentas. Ten por seguro que volveré a ella más adelanta para meditarla más tranquilamente.

Con el tema del método Ongino sino tengo mal entendido la Iglesia permite su uso pero pone como condición que no se use con mentalidad anticonceptiva (si algo confuso). Tal y como yo lo entiendo la Iglesia no lo condena pero como en muchas otras cosas advierte de que depende de la intención de corazón con la que se haga. O eso es lo que sintetizo yo al menos.

De la Humanae Vitae:
"En realidad, entre ambos casos existe una diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales. Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero e integralmente honesto. "

PD: Gracias de nuevo.
PD2: Te he añadido como amigo para intentar enviarte un privado.

f

#126 Vaya, muchísimas gracias por tus palabras, no sabes la alegría tan grande que me da saber que sirve para algo lo escrito. :)

No conocía la cita exacta de la Humanae Vitae, ¡muchas gracias por traerla! Puedo entender más o menos el sentido de la norma, pero cuesta, la verdad... Sobre todo cuando en algunos medios católicos insisten en lo fiable que es el método: si es tan fiable o más que el preservativo, sería aún más "cerrado" a la vida...

Por supuesto, envíame un privado cuando quieras!

Un saludo.

C

#129 Si, el problema de nuevo creo que está en que no usamos esa posibilidad de forma correcta.
PD: Para lo del privado creo que necesito que me añadas como amigo en mi perfil.

Saludos

f

#76 PARTE 8

Algunas conclusiones

Uno de los problemas de partida fue la disociación de sexo y amor. Es un desgarro interior difícil de comprender... Pero creo, y hablo desde mi experiencia personal más reciente, que se puede superar. En ese sentido, también reconozco que me hizo mucho bien leer y releer los puntos 2331 a 2400 del Catecismo. ¡Es tan bella la doctrina de la castidad! Animo a quien quiera a que los lea sin prejuicios. Y sin embargo, ¡no hay una palabra más denostada en nuestra sociedad que ésa! Qué pena no haber conocido antes esto, porque durante años he sido tan poco casto en ciertos comportamientos y actitudes, que eso ha ido sin duda aumentando ese desgarro abierto entre mi sexualidad y mi capacidad de amar, entre el erotismo y el lado afectivo. Es una herida que cuesta cerrar. Pero los esfuerzos que se hacen con la voluntad y la oración no son en vano. Es un tema en verdad un poco turbio, pero no me importa hablar de ello.

Yo siempre me hacía estas preguntas en los meses de abatimiento: "¿A quién debo escuchar más, a mi sexualidad o a mi corazón? Si de verdad quiero a alguien, con todo lo que ello significa, ¿no debería luchar todo lo posible, todo lo que esté en mi mano, por lograr ese dominio de sí que es la castidad, y poder entregarme al ser amado en todas mis dimensiones?" Estuve a punto de responder a la primera pregunta con la sexualidad, y tirar todo por la borda... por eso creo firmemente que mi mujer me salvó. Y eso que la atracción sexual hacia ella ha sido un camino lento, es verdad. Porque en ella no hay nada que despierte mi deseo tal y como lo vivía o entendía antes... Qué complejos somos los seres humanos...

Es realmente un misterio muy grande el de las tendencias sexuales. Yo considero que, aunque la psicología conductista, tan reduccionista, no puede dar cuenta de toda la extensión del problema, quizás me ayude a explicar una cosa. Y es que, en mi caso, puedo decir con seguridad que, si bien esa tendencia existía en germen en mí desde que tengo uso de razón, y de forma misteriosa, la he exacerbado enormemente por causa de mis pecados (pornografía y masturbación). Una metáfora visual que me sirve para explicarlo es la de la formación de un río sobre un terreno al principio homogéneo. Por razones misteriosas, el río comenzará a descender por un camino particular y no otro. Ésa es la tendencia en germen. Pues bien, cada molécula de agua que desciende por ese camino (cada vez que he acudido a internet en busca de pornografía sadomasoquista; cada vez que me he masturbado fantaseando con ello) produce una erosión que refuerza la tendencia del río a continuar por ese mismo camino (refuerza las conexiones neuronales que asocian la excitación sexual con el estímulo sadomasoquista). De esta manera, tengo el cerebro cada vez más programado o condicionado, y a todo esto se ha unido un proceso de adicción que, como todas las adicciones, lleva a buscar cada vez contenidos más fuertes, más impactantes, porque lo que mantiene el nivel anterior ya no satisface igual. Gracias a Dios me di cuenta hace dos años de el problema en el que estaba metido y le he puesto remedio.

Sé que es una explicación muy reduccionista. Quizás sólo sea una de las dimensiones del problema, la más física y básica. Pero sirve para entender en primera aproximación muchos fenómenos que he vivido en persona. Creo que al ponerlo así se entiende mejor por qué considero que el "combate espiritual" es necesario. Es cierto que la utilización del término combate es más amplia, y no creo que los santos se refirieran primariamente a esto. Pero lo único que me ha ayudado, sinceramente, ha sido considerar la cruz de Cristo y la cruz que me ha tocado a mí y que debo tomar cada día. Un cristianismo sin cruz no es cristianismo. Quizás una felicidad sin cruz tampoco lo sea de forma plena, no lo sé.

Vivir así me llevaba a centrarme exclusivamente en mis deseos y en mi placer. La masturbación, creo, es un pecado por esa razón, porque lleva a asociar la sexualidad al egoísmo de una forma muy sutil, y que se va reforzando con la práctica. Por eso, las primeras veces que hice el amor con mi mujer, en realidad, creo que yo me estaba masturbando con su cuerpo (suena horrible, pero ahora veo que era cierto con toda la crudeza de la expresión). Gracias a Dios, estoy saliendo también de eso. El egoísmo, de todas formas, no era la principal consecuencia negativa. Había también una hipersexualización en mi ser que me llevaba a considerar toda mujer como un posible objeto de placer (en el pensamiento). Cuántas veces medité amargamente sobre estas dos frases de Jesús: "bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" y "El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón". Yo no era limpio de corazón y era adúltero constantemente. La castidad, entendida como el dominio de sí que permite integrar la sexualidad en el resto de dimensiones humanas, era precisamente lo que me faltaba.

Y aunque una tendencia no puede ser pecaminosa, porque es involuntaria y no elegida, sí pueden serlo los actos que hagamos en términos de ella. Este rigor, por lo pronto, no me vería con capacidad de exigirlo (ni por tanto de emitir juicios condenatorios) en los demás. Pero a mí mismo sí he llegado a exigírmelo y a descubrir que la lucha es la única manera que tengo para llegar a amar plenamente a mi mujer.

Parezco un moralista rancio, tal vez, pero es increíble hasta qué punto estas ideas que yo creía inocentes y que están tan extendidas en el ambiente han sido las verdaderas causantes de mi ruina.

f

#77 PARTE 9

La postura de la Iglesia sobre las relaciones prematrimoniales, en un principio, me parecía válida por otro motivo: el aborto. Si el aborto es un mal, debe existir un vínculo de amor al menos suficiente para que, si hay un accidente, la pareja esté dispuesta a seguir adelante con el niño y educarlo juntos. Es precisamente la sacralidad de la vida lo que lleva a esta conclusión. Pero creo que hay más, mucho más, que este argumento.

La verdad, reconozco que intento siempre entender la postura de la Iglesia, porque pienso (o mejor, creo) que cuando dice algo suele estar justificado por razones antropológicas (y si algo se puede decir de la Iglesia es que conoce muy bien el corazón humano, con sus grandezas y miserias). En el tema sexual ha sido donde más dificultades he tenido. Por ejemplo, todavía no consigo entender por qué está bien usar el método anticonceptivo del ciclo menstrual pero no el preservativo dentro del matrimonio. Y más cuando a veces se defiende la efectividad del método de Ogino. Si tan efectivo es, ¿no supone tener relaciones tan cerradas a la vida como cuando se usa el preservativo? En fin, no lo entiendo. Pero creo que en el tema de las relaciones prematrimoniales sí puedo entender mejor las razones que se dan, al igual que al condenar la masturbación o las relaciones homosexuales.

Lo que he podido entender respecto a las relaciones prematrimoniales es, en primer lugar, que dificulta la propia relación. Si el noviazgo es el tiempo de discernimiento, introducir una relación que es expresión de una promesa definitiva (entre otras cosas, por la posibilidad de que alumbre una vida nueva) puede dificultar la reflexión de los novios sobre si la relación es la adecuada o no. Primero, por un problema de lenguaje: la relación sexual expresa algo (la donación total, incondicional y eterna) que no se corresponde con la realidad vivida, y por tanto la relación prematrimonial encierra una mentira. Y segundo, por un problema de libertad. El vínculo que se crea al introducir la sexualidad en el noviazgo es muy grande y dificulta el romper con una relación que no es la adecuada para casarse.

En segundo lugar, diría que por las consecuencias de la relación sexual. Es decir, si finalmente viene ese niño, ¿estamos siendo justos con él? ¿No tiene el niño un derecho a nacer en el seno de una familia preexistente, y no sobrevenida? ¿No tiene derecho a ser un don buscado, un verdadero y precioso regalo que se desea explícitamente, y no un "accidente"?

De todos modos, no me atrevería a emitir una condena a nadie sobre este tema. Quizás habría que enfocarlo por otro lado: hay algo noble y bello en guardar la castidad para la persona definitiva. Si creemos que el amor ha de ser un sí definitivo, entonces tendría sentido esta renuncia previa como un regalo que sólo se quiere entregar a la persona con la que yo me case. En mi caso, aunque en el sentido más físico del término haya llegado virgen al matrimonio, sé que mi castidad estaba arruinada por la manera en que me había comportado, y por eso es ahora cuando estoy recomponiéndola. Esto creo que también es importante: la castidad va mucho más allá de lo que se haga en un momento particular con los cuerpos, es más un estado que unos actos, y me parece moralmente peor el que haya llegado virgen pero tras años de pornografía, con el pensamiento erotizado y trastornado, que el que haya hecho el amor previamente con una persona a la que amó o creyó amar. Esto sin duda. Y no es que quiera culparme en exceso. No me siento especialmente miserable, sino que intento ser objetivo según veo las cosas ahora.

Es más complicado quizás el tema de la homosexualidad. Pero al haber padecido yo también una desviación sexual, puedo entender el sufrimiento que puede generar, y, sobre todo, puedo compadecer a quien está en una situación parecida. Sé perfectamente que un homosexual que me leyera podría sentirse ofendido por mi compasión, ya que diría que no la necesita. Pero lo que le diría es que negar que es una desviación, asumir que se puede actuar en contra del cuerpo biológico, no resuelve las cosas, sino que las violenta más. Aún así, jamás seré yo quien tire la primera piedra, sino el que esté para apoyar a cualquiera sea cual sea su condición y decisión. No creo que Dios condene a nadie por ello, hasta el mismo Papa Francisco lo ha dicho en varias ocasiones. Pero sí creo que la felicidad y la realización plena están en juego. En fin, es lo que opino yo después de haber vivido lo que he vivido, y de haber leído libros que me han ayudado mucho. Uno de ellos, que también trata el tema de la homosexualidad, es La trampa rota, del padre Miguel Ángel Fuentes. Lo encontré aquí:

http://www.teologoresponde.org/terapia-de-adiccion-sexual/

f

#78 Y PARTE 10

Por último, también me preguntabas por mis experiencias místicas. Como tales no he tenido, aunque creo sin duda en su posibilidad.

Hay dos cosas que podrían asemejarse a una experiencia mística. Intentaré describirlas, aunque sé que es bien difícil.

La primera ocurrió en unos ejercicios espirituales, que duraron tres días. No sé bien qué pasó... Desde luego ayudó el vivir esos días en una rutina de oración y meditación, con los ojos puestos en lo Alto, con los pensamientos fijos en Dios, recorriendo toda la historia de mi vida y lo que me había llevado hasta ahí. Sintiéndome pecador y al mismo tiempo agradecido por todo lo que Dios había hecho por mí. Una de las meditaciones me pareció especialmente hermosa, aunque soy incapaz de recordar ahora el contenido. Pero sí recuerdo que me quedé arrodillado en el oratorio aprovechando la media hora de descanso que teníamos hasta la siguiente, mientras que la gente se marchó. Me quedé solo, arrodillado, con los ojos cerrados. ¿Diría que sentí la presencia del Señor? No lo sé, pero algo sentí, como una brisa suave (así lo describe el profeta Elías, después leí ese texto y me sentí identificado), como un abrazo incorpóreo... Es algo imposible de describir, pero tan, tan hermoso. Sentí una felicidad enorme. Es todo lo que puedo decir...

La segunda es algo más terrenal. Me ocurre al mirar a mi mujer. Cuando la miro siento a veces dolor por no encontrar palabras o formas de expresar lo que siento, y en cierto modo asomarme a ese abismo del lenguaje, querer ir más allá de la expresión a través de la expresión misma, es un hermoso imposible. Me ha pasado esto algunas veces, sin necesidad de besarnos siquiera, sino estando tranquilo mirando su rostro. El rostro es tan importante. El amor se alimenta mucho de las miradas. A veces puedo estar "poco amoroso", y basta con contemplar durante un tiempo su rostro para que eso cambie. No son sensaciones que se tengan de continuo, porque sería imposible vivir en esos abismos, pero cuando Dios nos regala uno de esos momentos, se siente que todo está bien como está, que el mundo está bien hecho, como decía el poeta Jorge Guillén. Esa plenitud pobre y humilde, sin aspavientos ni éxtasis. La plenitud del rostro amado.

Y esa sensación de plenitud o de amor intenso e inefable está muy, muy unida a la compasión, es decir, al sentimiento más vivo posible de que lo que tengo delante es una persona que me ama, y como persona está sujeta al dolor, la cruz y la corrupción. El amor es muchas más cosas, pero en ese momento es, sobre todo, ser copartícipe de ese sufrimiento del que todo ser humano participa, centrado en ella, y sentirlo más vivamente que el mío propio. El sufrimiento y la alegría van de la mano alimentándose la una a la otra y entre ambas elevan al amor a sus más altas cimas.

FIN

En fin, siento la extensión, pero considero que todo es importante para comprender la experiencia. Si sirve de algo me alegro, y si no, basta con saltarse la lectura en el momento en que uno se aburra.

Gracias por la recomendación del libro de Renard. Si puedo lo leeré. De todas formas, diría que Dios es amor también para el catolicismo (lee la encíclica Deus Caritas Est de Benedicto XVI si te apetece, es muy hermosa) y que el infierno es simplemente fruto de dotar de libertad al ser humano. A la postre es una decisión personal: se condena quien rechaza voluntariamente a Dios.

U5u4r10

#79 Wow!

Creo que es la explicación de una experiencia más detallada que vamos a leer nunca en Menéame. Créeme si te digo que ha hecho que me replantee ciertos aspectos de mi vida. La calidad de la prosa es innegable. Al leerte me hacias sentir cada uno de tus sentimientos y pensar cada uno de tus pensamientos. Creo que es muy valiente abrirse al resto de manera pública, aunque anónima.
En fin, muchas gracias por compartirla y ser tan incisivo en los detalles. La tuya es una experiencia que, cuando apague el ordenador, me seguirá dando que pensar.

f

#117 Vaya, a mí también me ha dejado impresionado -y mucho- tu comentario. ¡Muchas gracias por tus palabras, por tu sinceridad y por haberte tomado la molestia de leerme! Pensar que he conseguido hacerte comprender mi proceso y mis conclusiones, aunque no tengas por supuesto que compartirlas necesariamente, hace que me siente contento de haberlo escrito. Pues justo ése era mi objetivo...

C

#79 Muchas gracias por ser tan valiente de exponerte y tomarte la molestia de además hacerlo tan bien para que todos lo podamos leer.
He leído tu historia con detenimiento y no puedo más que conmoverme con todo lo que cuentas. Ten por seguro que volveré a ella más adelanta para meditarla más tranquilamente.

Con el tema del método Ongino sino tengo mal entendido la Iglesia permite su uso pero pone como condición que no se use con mentalidad anticonceptiva (si algo confuso). Tal y como yo lo entiendo la Iglesia no lo condena pero como en muchas otras cosas advierte de que depende de la intención de corazón con la que se haga. O eso es lo que sintetizo yo al menos.

De la Humanae Vitae:
"En realidad, entre ambos casos existe una diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales. Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero e integralmente honesto. "

PD: Gracias de nuevo.
PD2: Te he añadido como amigo para intentar enviarte un privado.

f

#126 Vaya, muchísimas gracias por tus palabras, no sabes la alegría tan grande que me da saber que sirve para algo lo escrito. :)

No conocía la cita exacta de la Humanae Vitae, ¡muchas gracias por traerla! Puedo entender más o menos el sentido de la norma, pero cuesta, la verdad... Sobre todo cuando en algunos medios católicos insisten en lo fiable que es el método: si es tan fiable o más que el preservativo, sería aún más "cerrado" a la vida...

Por supuesto, envíame un privado cuando quieras!

Un saludo.

C

#129 Si, el problema de nuevo creo que está en que no usamos esa posibilidad de forma correcta.
PD: Para lo del privado creo que necesito que me añadas como amigo en mi perfil.

Saludos

f

#44 PARTE 7

Escribo aquí el fragmento de la carta de Tolkien, ya que creo que es relevante.

Los hombres no son monógamos. Negar lo contrario no es bueno. Los hombres no lo son y no es debido a su naturaleza animal. La monogamia, aunque ha sido durante mucho tiempo fundamental en el legado de nuestras ideas, es para nosotros, los hombres, un trozo de "ética revelada" según la fe y no la carne.

La esencia de un mundo caído es que lo mejor no puede alcanzarse mediante un placer libre o lo que es llamado "auto-realización" (normalmente un nombre bonito para la auto-satisfacción, totalmente adversa para la realización del otro), sino por la negación, por el sufrimiento. La fidelidad en los matrimonios cristianos conlleva esto: una gran mortificación.

Para un hombre cristiano no hay huida. El matrimonio puede ayudarle a santificar y a dirigir sus deseos sexuales hacia su fin adecuado; la gracia puede ayudarle en la lucha, pero la lucha permanece. No le satisfará (del mismo modo que el hambre se mantiene alejada con comidas regulares) y le proporcionará tantas dificultades para mantener la pureza en ese estado como le proporcionará alivio.

Ningún hombre, a pesar del amor sincero que siente hacia su prometida y esposa cuando era joven, ha vivido fielmente con ella como esposa en mente y cuerpo sin el ejercicio deliberado y consciente de su voluntad, sin el sacrificio. A pocos se les dice esto, incluso si han crecido "en la Iglesia". Los que están fuera de ella raramente lo han oído.

Cuando el encanto desaparece o simplemente disminuye, piensan que se han equivocado y que aún tienen que encontrar a su verdadera alma gemela. La´verdadera alma gemela´ suele ser a menudo la siguiente mujer sexualmente atractiva que encuentran, con quien ellos podrían ciertamente estar casados con éxito si solo… Y aquí es cuando llega el divorcio, sustentado por ese "si solo…".

Desde luego, como regla, tienen razón: cometieron un error. Sólo un hombre muy sabio puede, al final de su vida, hacer un juicio sólido sobre con quien, de entre todas las posibles oportunidades, ¡él debería haberse casado con éxito! Casi todos los matrimonios, incluso los felices, son errores en el sentido de que casi seguramente -en un mundo más perfecto o incluso con algo más de cuidado en este mundo tan imperfecto- ambos cónyuges podrían haber encontrados parejas más adecuadas.

Pero la "verdadera alma gemela" es aquella con la que estás ya casado. En este mundo caído tenemos como únicas guías la prudencia, la sabiduría (escasa en la juventud, demasiado tarde en la vejez), un corazón limpio y la fidelidad de la voluntad...

f

#76 PARTE 8

Algunas conclusiones

Uno de los problemas de partida fue la disociación de sexo y amor. Es un desgarro interior difícil de comprender... Pero creo, y hablo desde mi experiencia personal más reciente, que se puede superar. En ese sentido, también reconozco que me hizo mucho bien leer y releer los puntos 2331 a 2400 del Catecismo. ¡Es tan bella la doctrina de la castidad! Animo a quien quiera a que los lea sin prejuicios. Y sin embargo, ¡no hay una palabra más denostada en nuestra sociedad que ésa! Qué pena no haber conocido antes esto, porque durante años he sido tan poco casto en ciertos comportamientos y actitudes, que eso ha ido sin duda aumentando ese desgarro abierto entre mi sexualidad y mi capacidad de amar, entre el erotismo y el lado afectivo. Es una herida que cuesta cerrar. Pero los esfuerzos que se hacen con la voluntad y la oración no son en vano. Es un tema en verdad un poco turbio, pero no me importa hablar de ello.

Yo siempre me hacía estas preguntas en los meses de abatimiento: "¿A quién debo escuchar más, a mi sexualidad o a mi corazón? Si de verdad quiero a alguien, con todo lo que ello significa, ¿no debería luchar todo lo posible, todo lo que esté en mi mano, por lograr ese dominio de sí que es la castidad, y poder entregarme al ser amado en todas mis dimensiones?" Estuve a punto de responder a la primera pregunta con la sexualidad, y tirar todo por la borda... por eso creo firmemente que mi mujer me salvó. Y eso que la atracción sexual hacia ella ha sido un camino lento, es verdad. Porque en ella no hay nada que despierte mi deseo tal y como lo vivía o entendía antes... Qué complejos somos los seres humanos...

Es realmente un misterio muy grande el de las tendencias sexuales. Yo considero que, aunque la psicología conductista, tan reduccionista, no puede dar cuenta de toda la extensión del problema, quizás me ayude a explicar una cosa. Y es que, en mi caso, puedo decir con seguridad que, si bien esa tendencia existía en germen en mí desde que tengo uso de razón, y de forma misteriosa, la he exacerbado enormemente por causa de mis pecados (pornografía y masturbación). Una metáfora visual que me sirve para explicarlo es la de la formación de un río sobre un terreno al principio homogéneo. Por razones misteriosas, el río comenzará a descender por un camino particular y no otro. Ésa es la tendencia en germen. Pues bien, cada molécula de agua que desciende por ese camino (cada vez que he acudido a internet en busca de pornografía sadomasoquista; cada vez que me he masturbado fantaseando con ello) produce una erosión que refuerza la tendencia del río a continuar por ese mismo camino (refuerza las conexiones neuronales que asocian la excitación sexual con el estímulo sadomasoquista). De esta manera, tengo el cerebro cada vez más programado o condicionado, y a todo esto se ha unido un proceso de adicción que, como todas las adicciones, lleva a buscar cada vez contenidos más fuertes, más impactantes, porque lo que mantiene el nivel anterior ya no satisface igual. Gracias a Dios me di cuenta hace dos años de el problema en el que estaba metido y le he puesto remedio.

Sé que es una explicación muy reduccionista. Quizás sólo sea una de las dimensiones del problema, la más física y básica. Pero sirve para entender en primera aproximación muchos fenómenos que he vivido en persona. Creo que al ponerlo así se entiende mejor por qué considero que el "combate espiritual" es necesario. Es cierto que la utilización del término combate es más amplia, y no creo que los santos se refirieran primariamente a esto. Pero lo único que me ha ayudado, sinceramente, ha sido considerar la cruz de Cristo y la cruz que me ha tocado a mí y que debo tomar cada día. Un cristianismo sin cruz no es cristianismo. Quizás una felicidad sin cruz tampoco lo sea de forma plena, no lo sé.

Vivir así me llevaba a centrarme exclusivamente en mis deseos y en mi placer. La masturbación, creo, es un pecado por esa razón, porque lleva a asociar la sexualidad al egoísmo de una forma muy sutil, y que se va reforzando con la práctica. Por eso, las primeras veces que hice el amor con mi mujer, en realidad, creo que yo me estaba masturbando con su cuerpo (suena horrible, pero ahora veo que era cierto con toda la crudeza de la expresión). Gracias a Dios, estoy saliendo también de eso. El egoísmo, de todas formas, no era la principal consecuencia negativa. Había también una hipersexualización en mi ser que me llevaba a considerar toda mujer como un posible objeto de placer (en el pensamiento). Cuántas veces medité amargamente sobre estas dos frases de Jesús: "bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios" y "El que mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su corazón". Yo no era limpio de corazón y era adúltero constantemente. La castidad, entendida como el dominio de sí que permite integrar la sexualidad en el resto de dimensiones humanas, era precisamente lo que me faltaba.

Y aunque una tendencia no puede ser pecaminosa, porque es involuntaria y no elegida, sí pueden serlo los actos que hagamos en términos de ella. Este rigor, por lo pronto, no me vería con capacidad de exigirlo (ni por tanto de emitir juicios condenatorios) en los demás. Pero a mí mismo sí he llegado a exigírmelo y a descubrir que la lucha es la única manera que tengo para llegar a amar plenamente a mi mujer.

Parezco un moralista rancio, tal vez, pero es increíble hasta qué punto estas ideas que yo creía inocentes y que están tan extendidas en el ambiente han sido las verdaderas causantes de mi ruina.

f

#77 PARTE 9

La postura de la Iglesia sobre las relaciones prematrimoniales, en un principio, me parecía válida por otro motivo: el aborto. Si el aborto es un mal, debe existir un vínculo de amor al menos suficiente para que, si hay un accidente, la pareja esté dispuesta a seguir adelante con el niño y educarlo juntos. Es precisamente la sacralidad de la vida lo que lleva a esta conclusión. Pero creo que hay más, mucho más, que este argumento.

La verdad, reconozco que intento siempre entender la postura de la Iglesia, porque pienso (o mejor, creo) que cuando dice algo suele estar justificado por razones antropológicas (y si algo se puede decir de la Iglesia es que conoce muy bien el corazón humano, con sus grandezas y miserias). En el tema sexual ha sido donde más dificultades he tenido. Por ejemplo, todavía no consigo entender por qué está bien usar el método anticonceptivo del ciclo menstrual pero no el preservativo dentro del matrimonio. Y más cuando a veces se defiende la efectividad del método de Ogino. Si tan efectivo es, ¿no supone tener relaciones tan cerradas a la vida como cuando se usa el preservativo? En fin, no lo entiendo. Pero creo que en el tema de las relaciones prematrimoniales sí puedo entender mejor las razones que se dan, al igual que al condenar la masturbación o las relaciones homosexuales.

Lo que he podido entender respecto a las relaciones prematrimoniales es, en primer lugar, que dificulta la propia relación. Si el noviazgo es el tiempo de discernimiento, introducir una relación que es expresión de una promesa definitiva (entre otras cosas, por la posibilidad de que alumbre una vida nueva) puede dificultar la reflexión de los novios sobre si la relación es la adecuada o no. Primero, por un problema de lenguaje: la relación sexual expresa algo (la donación total, incondicional y eterna) que no se corresponde con la realidad vivida, y por tanto la relación prematrimonial encierra una mentira. Y segundo, por un problema de libertad. El vínculo que se crea al introducir la sexualidad en el noviazgo es muy grande y dificulta el romper con una relación que no es la adecuada para casarse.

En segundo lugar, diría que por las consecuencias de la relación sexual. Es decir, si finalmente viene ese niño, ¿estamos siendo justos con él? ¿No tiene el niño un derecho a nacer en el seno de una familia preexistente, y no sobrevenida? ¿No tiene derecho a ser un don buscado, un verdadero y precioso regalo que se desea explícitamente, y no un "accidente"?

De todos modos, no me atrevería a emitir una condena a nadie sobre este tema. Quizás habría que enfocarlo por otro lado: hay algo noble y bello en guardar la castidad para la persona definitiva. Si creemos que el amor ha de ser un sí definitivo, entonces tendría sentido esta renuncia previa como un regalo que sólo se quiere entregar a la persona con la que yo me case. En mi caso, aunque en el sentido más físico del término haya llegado virgen al matrimonio, sé que mi castidad estaba arruinada por la manera en que me había comportado, y por eso es ahora cuando estoy recomponiéndola. Esto creo que también es importante: la castidad va mucho más allá de lo que se haga en un momento particular con los cuerpos, es más un estado que unos actos, y me parece moralmente peor el que haya llegado virgen pero tras años de pornografía, con el pensamiento erotizado y trastornado, que el que haya hecho el amor previamente con una persona a la que amó o creyó amar. Esto sin duda. Y no es que quiera culparme en exceso. No me siento especialmente miserable, sino que intento ser objetivo según veo las cosas ahora.

Es más complicado quizás el tema de la homosexualidad. Pero al haber padecido yo también una desviación sexual, puedo entender el sufrimiento que puede generar, y, sobre todo, puedo compadecer a quien está en una situación parecida. Sé perfectamente que un homosexual que me leyera podría sentirse ofendido por mi compasión, ya que diría que no la necesita. Pero lo que le diría es que negar que es una desviación, asumir que se puede actuar en contra del cuerpo biológico, no resuelve las cosas, sino que las violenta más. Aún así, jamás seré yo quien tire la primera piedra, sino el que esté para apoyar a cualquiera sea cual sea su condición y decisión. No creo que Dios condene a nadie por ello, hasta el mismo Papa Francisco lo ha dicho en varias ocasiones. Pero sí creo que la felicidad y la realización plena están en juego. En fin, es lo que opino yo después de haber vivido lo que he vivido, y de haber leído libros que me han ayudado mucho. Uno de ellos, que también trata el tema de la homosexualidad, es La trampa rota, del padre Miguel Ángel Fuentes. Lo encontré aquí:

http://www.teologoresponde.org/terapia-de-adiccion-sexual/

f

#78 Y PARTE 10

Por último, también me preguntabas por mis experiencias místicas. Como tales no he tenido, aunque creo sin duda en su posibilidad.

Hay dos cosas que podrían asemejarse a una experiencia mística. Intentaré describirlas, aunque sé que es bien difícil.

La primera ocurrió en unos ejercicios espirituales, que duraron tres días. No sé bien qué pasó... Desde luego ayudó el vivir esos días en una rutina de oración y meditación, con los ojos puestos en lo Alto, con los pensamientos fijos en Dios, recorriendo toda la historia de mi vida y lo que me había llevado hasta ahí. Sintiéndome pecador y al mismo tiempo agradecido por todo lo que Dios había hecho por mí. Una de las meditaciones me pareció especialmente hermosa, aunque soy incapaz de recordar ahora el contenido. Pero sí recuerdo que me quedé arrodillado en el oratorio aprovechando la media hora de descanso que teníamos hasta la siguiente, mientras que la gente se marchó. Me quedé solo, arrodillado, con los ojos cerrados. ¿Diría que sentí la presencia del Señor? No lo sé, pero algo sentí, como una brisa suave (así lo describe el profeta Elías, después leí ese texto y me sentí identificado), como un abrazo incorpóreo... Es algo imposible de describir, pero tan, tan hermoso. Sentí una felicidad enorme. Es todo lo que puedo decir...

La segunda es algo más terrenal. Me ocurre al mirar a mi mujer. Cuando la miro siento a veces dolor por no encontrar palabras o formas de expresar lo que siento, y en cierto modo asomarme a ese abismo del lenguaje, querer ir más allá de la expresión a través de la expresión misma, es un hermoso imposible. Me ha pasado esto algunas veces, sin necesidad de besarnos siquiera, sino estando tranquilo mirando su rostro. El rostro es tan importante. El amor se alimenta mucho de las miradas. A veces puedo estar "poco amoroso", y basta con contemplar durante un tiempo su rostro para que eso cambie. No son sensaciones que se tengan de continuo, porque sería imposible vivir en esos abismos, pero cuando Dios nos regala uno de esos momentos, se siente que todo está bien como está, que el mundo está bien hecho, como decía el poeta Jorge Guillén. Esa plenitud pobre y humilde, sin aspavientos ni éxtasis. La plenitud del rostro amado.

Y esa sensación de plenitud o de amor intenso e inefable está muy, muy unida a la compasión, es decir, al sentimiento más vivo posible de que lo que tengo delante es una persona que me ama, y como persona está sujeta al dolor, la cruz y la corrupción. El amor es muchas más cosas, pero en ese momento es, sobre todo, ser copartícipe de ese sufrimiento del que todo ser humano participa, centrado en ella, y sentirlo más vivamente que el mío propio. El sufrimiento y la alegría van de la mano alimentándose la una a la otra y entre ambas elevan al amor a sus más altas cimas.

FIN

En fin, siento la extensión, pero considero que todo es importante para comprender la experiencia. Si sirve de algo me alegro, y si no, basta con saltarse la lectura en el momento en que uno se aburra.

Gracias por la recomendación del libro de Renard. Si puedo lo leeré. De todas formas, diría que Dios es amor también para el catolicismo (lee la encíclica Deus Caritas Est de Benedicto XVI si te apetece, es muy hermosa) y que el infierno es simplemente fruto de dotar de libertad al ser humano. A la postre es una decisión personal: se condena quien rechaza voluntariamente a Dios.

U5u4r10

#79 Wow!

Creo que es la explicación de una experiencia más detallada que vamos a leer nunca en Menéame. Créeme si te digo que ha hecho que me replantee ciertos aspectos de mi vida. La calidad de la prosa es innegable. Al leerte me hacias sentir cada uno de tus sentimientos y pensar cada uno de tus pensamientos. Creo que es muy valiente abrirse al resto de manera pública, aunque anónima.
En fin, muchas gracias por compartirla y ser tan incisivo en los detalles. La tuya es una experiencia que, cuando apague el ordenador, me seguirá dando que pensar.

f

#117 Vaya, a mí también me ha dejado impresionado -y mucho- tu comentario. ¡Muchas gracias por tus palabras, por tu sinceridad y por haberte tomado la molestia de leerme! Pensar que he conseguido hacerte comprender mi proceso y mis conclusiones, aunque no tengas por supuesto que compartirlas necesariamente, hace que me siente contento de haberlo escrito. Pues justo ése era mi objetivo...

C

#79 Muchas gracias por ser tan valiente de exponerte y tomarte la molestia de además hacerlo tan bien para que todos lo podamos leer.
He leído tu historia con detenimiento y no puedo más que conmoverme con todo lo que cuentas. Ten por seguro que volveré a ella más adelanta para meditarla más tranquilamente.

Con el tema del método Ongino sino tengo mal entendido la Iglesia permite su uso pero pone como condición que no se use con mentalidad anticonceptiva (si algo confuso). Tal y como yo lo entiendo la Iglesia no lo condena pero como en muchas otras cosas advierte de que depende de la intención de corazón con la que se haga. O eso es lo que sintetizo yo al menos.

De la Humanae Vitae:
"En realidad, entre ambos casos existe una diferencia esencial: en el primero los cónyuges se sirven legítimamente de una disposición natural; en el segundo impiden el desarrollo de los procesos naturales. Es verdad que tanto en uno como en otro caso, los cónyuges están de acuerdo en la voluntad positiva de evitar la prole por razones plausibles, buscando la seguridad de que no se seguirá; pero es igualmente verdad que solamente en el primer caso renuncian conscientemente al uso del matrimonio en los periodos fecundos cuando por justos motivos la procreación no es deseable, y hacen uso después en los periodos agenésicos para manifestarse el afecto y para salvaguardar la mutua fidelidad. Obrando así ellos dan prueba de amor verdadero e integralmente honesto. "

PD: Gracias de nuevo.
PD2: Te he añadido como amigo para intentar enviarte un privado.

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#126 Vaya, muchísimas gracias por tus palabras, no sabes la alegría tan grande que me da saber que sirve para algo lo escrito. :)

No conocía la cita exacta de la Humanae Vitae, ¡muchas gracias por traerla! Puedo entender más o menos el sentido de la norma, pero cuesta, la verdad... Sobre todo cuando en algunos medios católicos insisten en lo fiable que es el método: si es tan fiable o más que el preservativo, sería aún más "cerrado" a la vida...

Por supuesto, envíame un privado cuando quieras!

Un saludo.

C

#129 Si, el problema de nuevo creo que está en que no usamos esa posibilidad de forma correcta.
PD: Para lo del privado creo que necesito que me añadas como amigo en mi perfil.

Saludos

f

#44 PARTE 6

Como decía antes, en medio del abatimiento más severo, cayó entre mis manos el libro Cartas de un diablo a su sobrino, de CS Lewis. Supuso una auténtica revelación. Primero, por ser un tratado de psicología impecable (me vi retratado en tantas cosas...) y segundo, por darme una idea de la enorme belleza de la cosmovisión cristiana. Creo que fui en parte cautivado por esa belleza, y eso me llevó a leer más libros del autor (los cuatro amores), a ir a misa los domingos (probé a hacerlo, al principio sin mucha convicción), a confesarme de mis pecados y darme cuenta de lo que había de mal en mi vida, a leer la encíclica Deus Caritas Est (esto lo hice en la primera Navidad tras la ruptura de septiembre, ya entonces casi plenamente convertido, y fue una experiencia indescriptible poder sentir ¡esto es la Verdad! ¡Y la verdad es mucho más hermosa que el mundo de tinieblas en el que había vivido antes!).

Así que me fui enderezando poco a poco, dándome cuenta de los errores que tenía en mi concepción del amor, de cómo había caído en el dejarme llevar por los sentimientos, de lo débil de mi voluntad, etc. Fueron muchísimos aprendizajes para muy pocos meses. Todavía me nutro en parte de esos momentos. Hay quien dice que el cristiano no es el que vive iluminado de continuo, porque esto es imposible, sino el que, al menos, en algún momento de su vida, ha tenido esa iluminación que supone el encuentro personal con Cristo, y se nutre espiritualmente de ello.

Dos años después, aproximadamente, fue cuando conocí a la que hoy es mi mujer. En este caso no hubo un enamoramiento de los que te hacen perder la cabeza. De hecho, enamoramientos así sólo he tenido dos: uno durante la carrera (porque era más joven y las cosas se viven con mucha intensidad) y el de I. Así, más que una certeza súbita, fue un darme cuenta progresivo y gradual. Como ver amanecer en un día de niebla: no ves en ningún momento el sol, pero poco a poco, sin rupturas de ningún tipo, te vas viendo envuelto en una luz que afianza la realidad de las cosas. Así podría describirlo. Y reconozco que eso me hizo dudar a veces si lo que sentía era amor, pero entonces acudía a algunos textos que se convirtieron en muy importantes para mí (como un extracto de una carta de Tolkien a su hijo), y a las experiencias pasadas y lo aprendido en ellas, para entender que el amor es mucho más que un sentimiento, y que no es necesario ni saludable que los sentimientos sean siempre intensos, quizás sea lo contrario. Fui poco a poco llegando a la conclusión de que era la mujer de mi vida, pero, vuelvo a decir, sin que en ningún momento eso se me presentara como una certeza súbita y radical.

Y ahora, gracias a Dios, soy tan feliz con ella. Sé que sin ese camino de purgación todo habría fracasado. No estaba preparado para el matrimonio, por la necesidad de purgar mi tendencia sexual desviada (todavía sigo en proceso, pero ha sido muy fecunda la oración y la conversión), por la necesidad de entender el papel de la voluntad y el entendimiento en el amor (y poner a los sentimientos en su justo lugar) y por la necesidad de ser capaz de entregarme sin reservas. Todo eso lo he aprendido en poco tiempo, y ha sido esencial. Por eso, la experiencia traumática la veo como algo necesario que Dios tenía preparado para mí, que de una manera o de otra tenía que llegar, no sólo para convertirme desde el punto de vista de la fe, sino para renovar mi vida y para hacerme disponible para el amor.