A una la llamaban chicazo. Con la otra no se metían por si les pegaba. Entre Amaya Valdemoro (Alcobendas, Madrid, 43 años) y Lydia Valentín (Ponferrada, León, 32 años) no hay una generación de distancia, pero sí años de mucho cambio. La primera creció profesionalmente en una época en la que su deporte, el baloncesto, era eminentemente masculino. La segunda, pese a practicar una disciplina de fuerza como la halterofilia, ya tuvo que pelear contra menos prejuicios.