Hace 14 años | Por selvatgi a elmundo.es
Publicado hace 14 años por selvatgi a elmundo.es

Habían pasado unos segundos desde que una bomba abrió el techo de uno de los vagones de Téllez. Y José A. Garrido, que vio morir en el acto a muchos pasajeros, ya estaba ahí. Como él, decenas de viajeros de los trenes que resultaron heridos se quedaron allí, ayudando a sobrevivir a los que estaban más graves, en la espera interminable a que llegasen los servicios de emergencia. Después, José volvió a ofrecerse voluntario para destinos de riesgo, pese a las secuelas del atentado. Lo destinaron a Libano, donde murieron 6 de sus compañeros.

Comentarios

Lupus

Todo un ejemplo de entrega, que diferente sería el mundo con más personas como esta.

selvatgi

Tuvo la sangre fría de quedarse ahí ayudando, dirigiendo el espontaneo movimiento que se creo dentro de las victimas para ayudarse dentro de los propios trenes, sin duda fruto de su experiencia.

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chapó por este señor. Admirable.