Publicado hace 12 años por gledkoom a lacienciaysusdemonios.com

Cabría pensar que nuestras manos, unas herramientas que han permitido pintar la Capilla Sixtina, esculpir el Discóbolo o construir la Estación Espacial Internacional deben su perfección a un diseño impecable, a un funcionamiento óptimo y, por ende, a un plan preestablecido de construcción. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Y es que nuestros brazos son patas; patas muy modificadas, pero patas al fin y al cabo. Provienen de las antiguas extremidades anteriores de nuestros ancestros cuadrúpedos, desarrolladas

Comentarios

Don_Gato

fghfsdfdsgsg (comentario escrito con los pies)

perico_de_los_palotes

Muy flojo. P.e.

Primera norma del buen chapucilla: en lugar de diseñar algo específico, copio lo que ya está diseñado y me ahorro un huevo de trabajo (total, que inventen ellos, que decía Unamuno).

Ya desde hace mucho se sabe que la innovación depende tanto de inventores puros como de "ajustadores" de lo ya inventado. Steve Jobs era claramente un ajustador, por poner un ejemplo. Y la revolución industrial inglesa no se debe solo al invento de la máquina de vapor, sino a los múltiples "ajustadores" que la hicieron mas eficiente (quien dice máquina de vapor, dice el telar y otro ingenios mecánicos de la época).

/En cuanto al tema en si, con dejarlo en "¿para qué sirve el apéndice?" está todo dicho.

D

Nuestras? cómo nos apuntamos los logros de otros y nunca los errores