En el rectángulo donde cabe justo un coche, hay una alfombra de césped artificial, una bicicleta con las ruedas para arriba y un niño, Carlos, que lee a Asterix sentado en una silla plegable. El conductor para, mira el hueco ocupado, se resigna y se va a dar otra vuelta. Por unas horas, una decena de plazas de estacionamiento regulado no son para los coches, sino para las bicis.
Mira que sn cansinos con las bicis, pero en cuanto tienen pasta para un coche se lo compran. Luego, dejan el coche y se van en la bici los fines de semana a hacer Kms por las cercanías de la ciudad, a mitad paradita, almuerzo y cerveza y como consecuencia el tripon tipico de todos los amantes de la bici treintañeros y cuarentones.
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Mira que sn cansinos con las bicis, pero en cuanto tienen pasta para un coche se lo compran. Luego, dejan el coche y se van en la bici los fines de semana a hacer Kms por las cercanías de la ciudad, a mitad paradita, almuerzo y cerveza y como consecuencia el tripon tipico de todos los amantes de la bici treintañeros y cuarentones.