Comentario acertadísimo que leí hace un tiempo respondiendo a los defensores, españoles por supuesto, de la universalidad, la apertura de fronteras y el desprecio a las banderas:
¿Por los nacionalismos? ¿O por la idea de Estado-nación? Es curioso cómo se mezclan los términos y se confunde a los pueblos que no tienen en Estado propio con los Estados o países constituídos.
Así que vas a derribar las fronteras ¿empezando por los que no las tienen?
Aquí (y en Quebec, Escocia, Flandes…) partimos de un serio hándicap a la hora de “renunciar” a nuestra nacionalidad y hacernos ciudadanos del mundo: No podemos renunciar a lo que no poseemos.
Nosotros, en concreto, no poseemos una nacionalidad vasca jurídicamente protegida a nivel internacional, como sí la posees tú. De hecho yo no tengo ninguna: No soy español porque no me siento español y no me da la gana de serlo. Para mí la nacionalidad española no es nada, si acaso, un status jurídico-político-administrativo, una situación parangonable al caso hipotético planteado por aberri: España ha invadido mi país (históricamente cierto) y me ha impuesto sus leyes, su historia, su lengua y su mentalidad, o trata de hacerlo. Es como si me obligara a llevar un bourka.
La concepción española de “los nacionalismos” (siempre son los otros los nacionalistas) es simplemente patrimonialista: el territorio les pertenece a ellos -la nación española- o al monarca de turno. Curiosa mentalidad, totalmente democrática, ¿verdad?
Son los Estados los que crean las barreras del mundo. Y las crean hacia fuera y hacia dentro. Yo, por mi parte, quiero tener mi propio país, como los españoles, portugueses, franceses o los griegos. Luego, cuando ya lo tenga veré si lo tiro a la basura. Hasta entonces, perdóname pero no me creo nada.
Pero vamos a ser serios, coño. Yo puedo irme a esa parte de mi país que este caballero nonacionalista-superprogre-ciudadanodelmundo que seguramente sufre de jet-lag de tanto que viaja identifica con “el sur de Francia” y hablar con la peña de allí, a los que el mismo caballero identifica como “franceses y extranjeros” en una jerigonza incomprensible para él, que es nuestro idioma común, el idioma de nuestro país, el Euskera… en definitiva, pasar una frontera ficticia trazada por el país del amiguete y el otro de arriba, e inexistente para mí…
…¿y yo soy el corto de miras, el tribalista?
Anda ya!
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