#14 Esa es una idea que parece haber sido aceptada y propagada por cierto conocimiento popular, quizás espoleada por una insuficiente comunicación científica, pero que tiene poco que ver con la realidad. El cambio climático no consiste en un problema de emisión de un único gas en un único lugar sin interactuar con otros factores y sus consecuencias tampoco se pueden considerar de forma aislada. Estas consecuencias son ya detectables pero, las que más te van a afectar a tí o a cualquiera, son precisamente las que una organización municipal puede abordar, y que debería intentar mitigar.
En la mayor parte de la Península Ibérica la precipitación anual ha estado disminuyendo consistentemente desde los años 60. También ha cambiado la distribución de la precipitación. En algunos casos, cada año se recogen 10 l/m² menos que el año anterior, en una situación que se ha mantenido durante décadas. Zaragoza, por ejemplo, es una anomalía en este sentido. La precipitación se ha mantenido casi constante, pero su capacidad de adaptación, con 320 l/m² no es la misma que la de Vigo, por ejemplo, con casi 2000.
Sin embargo, sus temperaturas media anual y máxima anual se incrementan 0.04 °C cada año. Esto se relaciona con otros efectos, algunos de los cuales contienen bucles con realimentación: Consumos más elevados de recursos hídricos, consumos más elevados de recursos energéticos, uso en mayor proporción de fuentes de energía no renovables, mayor frecuencia y concentración de smog fotoquímico (relacionado también con) mayor prevalencia de enfermedades respiratorias, mayor impacto de olas de calor, impacto en la planificación y funcionamiento de los servicios de emergencia durante eventos meteorológicos extremos.
La idea de que un ayuntamiento no tiene nada que hacer es irreal.
Otro caso aislado.