Estarán pronto procesados y apartados del cuerpo mientras se dicta sentencia, seguro
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Unos casos:
En Salisbury, había una pequeña tienda de libros de segunda mano. A su propietario no le iba mal el negocio hasta que le abrieron al lado una tienda de comercio justo de Intermon Oxfam. Para recaudar dinero, la organización de ayuda vendía en esta tienda los libros usados que la gente le donaba. La tienda de Intermon Oxfam no sólo no pagaba los libros, sino que tampoco pagaba a los dependientes, que eran voluntarios de la organización. De esta forma, podía vender los libros a un precio mucho más económico que la librería de ocasión del barrio. Finalmente, el librero tuvo que cerrar. Parece que el buen hombre no acabó teniendo buen concepto del comercio justo”.
O el relato del verano del 2002, cuando un grupo de estudiantes franceses de medicina aterrizó en Douala para ir a vacunar a los pigmeos de la zona de Bipindi, al sur del Camerún. “Llegaron con un cargamento de vacunas sin tener en cuenta que en aquel país se pueden comprar sin problema. Pero, en cambio, se olvidaron de prever cómo guardarlas; en Camerún no es fácil encontrar neveras que funcionen, especialmente en las zonas rurales. Al cabo de 48 horas, las vacunas ya estaban en mal estado y se tendrían que haber tirado. Pero los estudiantes no habían venido de tan lejos para nada y decidieron seguir con la vacunación”. De pueblo en pueblo, fueron convocando a los habitantes ayudados por una pseudo ONG camerunesa dirigida por un “espabilado” que no era pigmeo. Y los vacunaron, sin rellenar siquiera las obligatorias cartillas de vacunación. Los estudiantes vivieron allí tres semanas. Fueron unos auténticos mártires de la cooperación al desarrollo. “Pero se fueron del Camerún muy satisfechos: decían que el ‘trabajo’ que habían hecho era de gran importancia. Si hubiesen hecho lo mismo en Francia, los habrían procesado por un delito contra la salud pública”.
Otras ONG hiperprotegen a sus cooperantes. “Médicos Sin Fronteras, en sus contratos, establecía que los cooperantes que trabajaban en el Camerún no podían coger taxis después de las 7 de la tarde; decían que lo hacían por su seguridad. Algunas congregaciones religiosas van más lejos y no dejan que sus voluntarias laicas europeas pisen ni tan sólo los bares de la zona; cuando acaban el trabajo han de volver enseguida al convento. Pese a todo, vete a saber cómo, algunas de las voluntarias se quedan embarazadas”.