Las personas trans han tardado muchos años en conseguir el derecho a cambiar de género registral sin tener que someterse al escrutinio de un tribunal médico, o al arbitrio de nadie que prejuzgase su género en función de su aspecto o de cualquier otro criterio sexista basado en los roles de género impuesto por el heteropatriarcado.
Y aquí tenemos a un juez vanagloriándose de pisotear ese derecho, convertido en ley gracias a la mejor ministra de la democracia.
Es el juez el que comete fraude de ley al denegar un derecho escudándose en que la persona que desea cambiar de género pretende acceder a un derecho que le corresponde como mujer o como trans.
Si es su derecho como mujer o como trans, es normal que como mujer o como trans quiera que la ley se lo reconozca, por lo que es normal que acuda a cambiar su género registral.
Solo cada persona puede saber y decidir cuál es su género. El resto no pueden opinar, ni mucho menos saberlo.
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Y porque tenía unas rodillas atléticas, dignas de admiración.