Los gobiernos occidentales y árabes no han sabido estabilizar la transición y en los últimos cuatros años se han multiplicado las fracturas sociales y los enfrentamientos armados. Ahora el problema más grave no es que las milicias locales y las fuerzas gubernamentales compitan por el poder, sino que los yihadistas acaben convirtiendo en califato el santuario que tienen en suelo libio.