Voy a explicar por qué el artículo que llegó ayer a portada de esta web sí es ideología. Se trata de este enlace. Reza lo siguiente a raíz de un artículo del ABC que analiza el nuevo material de los libros de texto escolares:
El @abc_es considera ideología este texto: "En Grecia las mujeres estaban en clara desventaja respecto a los hombres. Sin voz política, nunca pudieron votar, ni ocupar cargos políticos, y su papel quedó relegado al hogar" ¿Entonces ideología es contar la historia tal como fue?
Después continúa mostrando algunas vasijas donde se ve a mujeres realizar las tareas del hogar y entretener a hombres.
El caso es que:
Solo los ciudadanos atenienses varones adultos que habían completado su entrenamiento militar como efebos tenían derecho a votar en Atenas. El porcentaje de la población que realmente participaba en el gobierno era del 10% al 20% del total de habitantes, pero esto variaba desde el siglo V al IV a.C. Esto excluyó a la mayoría de la población: esclavos , esclavos liberados, niños, mujeres y metecos (extranjeros residentes en Atenas).
El precio que debían pagar los antiguos griegos por su “derecho al voto” era:
En Esparta , todos los ciudadanos de 20 a 49 años de edad podían ser llamados para partir en campaña militar. Antes de los 20 años, los jóvenes ciudadanos atenienses cumplían un periodo de formación cívica y militar en el curso del cual eran acantonados en diferentes puntos fortificados y patrullaban la chora. De los 50 a los 59 años, el ciudadano podía ser requerido para asegurar las murallas en tiempo de guerra.
Es decir, los hombres tenían una serie de obligaciones, como era ir a la guerra a entregar su vida en una época terriblemente hostil (o trabajar todo el día fuera del hogar).
A menudo se cita que las mujeres espartanas les dijeron a sus hijos y esposos que iban a la batalla que "volvieran con su escudo o acostados sobre él". Los espartanos consideraban honorable morir por su polis. Si las mujeres espartanas realmente les decían a sus hombres esto sobre sus escudos, las mujeres les estaban recordando a los hombres que cumplieran con su deber con honor.
Contado así la historia cambia. Por otro lado, una hetera podía tener más poder que muchos hombres:
Hetera o hetaira (en griego, ἑταῖρα, hetaira, "compañera") era el nombre que recibía en la antigua Grecia una clase distinguida de mujeres libres, la cual generalmente desempeñaba funciones de artista, contertulia, prostituta y acompañante. En contraste con la mayoría de mujeres de la antigua Grecia, las heteras recibían educación, poseían independencia económica y podían alcanzar un gran poder social, y eran las únicas mujeres que podían participar en los simposios (reuniones festivas de políticos, filósofos, artistas y eruditos), siendo sus opiniones y creencias muy respetadas por los hombres.
La pregunta es: si una serie de hombres tenían derecho al voto, ¿hubiesen querido las mujeres tener ese mismo derecho a cambio de ir a la guerra? ¿Tenían las mujeres influencia sobre sus maridos en la dirección del voto?
Más allá de purismos históricos, la relevancia del texto que analiza el ABC recae en el hecho de que, a través de él, se trata de mandar un mensaje a la ciudadanía: las mujeres a lo largo de la historia han estado oprimidas, obligadas a asumir una serie de roles en contra de su voluntad, y en cambio, los hombres disfrutaron de todo tipo de privilegios. Este es el problema. A nuestra generación nos ha llegado un relato, una narrativa que nos dice que el pasado era terrible para con las mujeres, ya sea el pasado de nuestros abuelos, ya sea la Antigua Grecia.
Viajemos a la Inglaterra del siglo XIX y XX antes de que la mujer consiguiese el derecho al voto. Vamos a comprobar cómo de terrible era la vida de las mujeres a través de Ernest Belfort, filósofo, socio de Karl Marx y político socialista de la época (las citas están extraídas de Breve resumen de "El fraude del feminismo" (1913) - Ernest Belfort Bax" class="content-link" style="color: rgb(14, 170, 116)" data-toggle="popover" data-popover-type="link" data-popover-url="/tooltip/link/breve-resumen-fraude-feminismo-1913-ernest-belfort-bax">Breve resumen de "El fraude del feminismo" (1913) - Ernest Belfort Bax):
Ley aprobada en 1820 por el Parlamento Inglés aboliendo la pena de flagelación para las delincuentes femeninas. Este fue el primer inicio de la diferenciación de los sexos en materia de ley penal (…) pero ninguna propuesta se hizo al mismo tiempo para la abolición de la pena de flagelación para los hombres.
La parcialidad de las leyes sobre el matrimonio comienza con la ley relativa a la violación de la promesa, que, como es bien sabido, permite a una mujer para castigar vengativamente a un hombre por negarse a casarse con ella después de haberse comprometido con ella (…) Si la mujer comete perjurio, en estos casos, nunca es procesada por el delito. Aunque la ley de incumplimiento de la promesa existente también para el hombre, es bien conocida por ser totalmente ineficaz y prácticamente letra muerta.
De acuerdo con la ley de Inglaterra, el derecho de mantenimiento sólo se concederá a la mujer (…) El hombre es susceptible de encarcelamiento y la confiscación de cualquier propiedad que pueda tener. Una mujer se encuentra ahora en plena libertad para dejar a su marido, mientras que ella conserva su derecho a obtener, su marido es enviado a la cárcel si se niega a mantenerla –para poner el asunto brevemente, la ley impone a la mujer derechos no legalmente exigibles, lo que siempre hace hacia su marido. (…) La esposa, en cambio, por muy rica que sea, no está obligada a dar un centavo hacia el apoyo de su esposo, a pesar de discapacitación por enfermedad o por accidente.
La ley permite a la mujer el derecho a cometer actos ilícitos contra terceros –por ejemplo, difamaciones y calumnias– el marido sólo se le considerará responsable, y esta regla se aplica incluso aunque la mujer viva separada de su marido, quien es totalmente desconocedor de sus fechorías.
Ningún hombre puede obtener una separación legal o divorcio de su mujer. (…) Cada mujer puede obtener, sino un divorcio, por lo menos una separación legal, yendo a quejarse ante el tribunal de policía más cercana, por unos cuantos chelines, que su marido, por supuesto, tiene que pagar.
En los casos en que una mujer procede a presentar una demanda de divorcio, el camino vuelve a ser suavizado para ella por la ley, a cargo del marido. Él tiene que avanzar el dinero para que pueda luchar contra él.
La violencia personal por parte del marido es castigada severamente; por parte de la esposa ella será exonerada con impunidad. Incluso si ella en un caso extremo de ser encarcelada, el marido, si es un hombre pobre, en la liberación de ella estará obligado a aceptarla para vivir con él.
El derecho escrito, mientras que confiera privilegios distintos a las mujeres casadas como el control de sus bienes, y para el comercio por separado y aparte de sus esposos, las hace exentas de las responsabilidades comunes efectuadas por un comerciante hombre en lo relativo al procedimiento de las Actas de Deudores y la Ley de Quiebras.
En caso de ser obtenida una condena, la pena de muerte, aunque pronunciada, no se da efecto a la prisionera que es casi siempre indultada.
A lo largo del libro de este autor podremos comprobar los enormes privilegios legales de los que eran poseedoras las mujeres y de los que nunca nadie nos habló.
Lo que trato de decir con este texto es que ni existió, ni existe, ni existirá una historia de opresión contra las mujeres como las que nos tratan de contar. Los libros de texto del Gobierno tratan de generar esta percepción en la ciudadanía. ¿Y por qué razón os preguntaréis? Porque a ellos les conviene que pensemos que las mujeres han estado (y están) oprimidas. Los políticos viven de hacer ver a la ciudadanía que hay problemas que, si les votas, ellos te solucionarán. Es por ello que llevan años creando un relato con medias verdades (y muchas mentiras) interpretadas de la peor forma, para generar la percepción que ser mujer es y ha sido poco menos que terrible. Tan solo es eso. Insisto, nunca ha existido ninguna historia de opresión contra la mujer. Ella ha sido un sexo protegido, infantilizado si se quiere, pero nunca sometido. Por eso, a pesar de que el texto del artículo es correcto, está narrado de una manera muy capciosa, para dar a entender algo que nunca fue. Sí, las mujeres no tenían derecho a votar, hacían las tareas del hogar… ¿y? ¿Pero deseaban ellas que las cosas fuesen de otra manera? ¿Hubo rebeliones, huelgas, levantamientos de mujeres reivindicando escapar de su condena de ser mujer? ¿Reivindicaban las mujeres su derecho a ir a la guerra, a trabajar en el campo mientras los hombres cuidaban la casa, o más bien ellas y ellos asumieron estos roles porque eran los mejores para la supervivencia de la especie? No hay que confundir los roles con el machismo. Son dos cosas diferentes. Decimos que la Antigua Grecia era machista porque asumimos, por defecto, un prisma determinado desde el cual interpretar cualquier acontecimiento, pero, ¿diríamos que era hembrista que solo los hombres fuesen a la guerra? ¿Cuándo empezó a ser reivindicado el derecho al voto? Cuando las mujeres contaban con la suficiente certeza de que no se necesitaba la protección de los hombres. Por otro lado, como vimos en el texto Ernest Belfort, ¿qué preferiríais: no votar o tener los innumerables privilegios legales que podía tener una mujer en la Inglaterra de principios del siglo XX?
El Estado, con su Gobierno de turno, sea el de PSOE-Podemos o el de PP-Vox, siempre va a tratar de adoctrinar a los ciudadanos en su basura. Es así. Ahora está de moda el feminismo porque da mucho dinero, votos, redes clientelares…, pero mañana vendrán los de Vox y querrán adoctrinarnos con su nacionalismo, religión, etc. No os dejéis engañar.
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