Muchos filósofos han puesto en duda que vivir sea algo deseable, pero solo unos cuantos se han atrevido a llegar a las últimas consecuencias de esta postura y afirmar de forma razonada y rotunda que sería mejor no tener hijos y por tanto no traer individuos a un mundo en el que es probable que vivan situaciones en las desearían no haber nacido. El motivo de que tan pocos pensadores hayan llegado al fondo de esta cuestión y de que sus ideas no sean más conocidas creo que es obvio: son ideas que pocos tienen ganas de escuchar o incluso de pensar (especialmente en una cultura en la que el “pensamiento positivo” es prácticamente obligatorio).
Esta postura es el antinatalismo, es decir, la idea de que tener hijos es siempre un acto egoísta cuyo objetivo es cubrir un vacío en la vida de los padres sin tener en cuenta que es imposible asegurar que el futuro hijo vaya a tener una vida feliz. En otras palabras, la procreación sería un acto carente de ética en el que unos individuos utilizan a otro como medio para conseguir un fin, obviamente sin que haya ninguna posibilidad de pedirle su consentimiento antes.
Más allá de las intuiciones sobre la crueldad del mundo que casi todo el mundo ha experimentado alguna vez (y que probablemente sean uno de los motivos del origen de las religiones), quizá el argumento filosófico más claro a favor del antinatalismo es el del utilitarismo negativo, que podría resumirse en que no hay una obligación moral de traer al mundo a alguien que no existe para que experimente una posible felicidad, pero sí existe la obligación moral de evitar la posibilidad de sufrimiento que implica el engendrar a una persona. De hecho, contradecir la primera parte de esta afirmación supondría sostener que es inmoral no tener cuantos más hijos mejor, ya que estaríamos privando de una posible felicidad a todos los que no lleguen a concebirse.
Objeciones
Inmediatamente suelen surgir objeciones a estas ideas. La primera es el suicidio: si alguien no es feliz o no soporta la vida siempre tiene la opción de suicidarse. Este argumento es criticable por varios motivos, entre otros:
- En primer lugar no todo el mundo tiene la opción de suicidarse, por ejemplo personas incapacitadas físicamente, lo que deriva en la cuestión de la eutanasia, en la que no voy a entrar.
- El instinto de supervivencia es muy poderoso, lo que garantiza que, aunque uno tenga la seguridad racional de que su vida no merece la pena, puede no ser capaz de tomar dicha decisión.
- Normalmente suicidarse no es fácil ni seguro. La posibilidad de fallar en el intento y sufrir secuelas, quedar en peor situación que la anterior o incluso, aunque el intento tenga éxito, morir de forma dolorosa es bastante para disuadir a muchos a menos que estén en circunstancias tan intolerables como para que todos los riesgos mencionados parezcan aceptables.
- Quizá más importante que las anteriores, que en realidad son debidas al tabú sobre el suicidio que impera en la sociedad (porque en caso contrario, se podría disponer de métodos seguros de eutanasia para quien decidiera suicidarse), es la cuestión del efecto que tiene dicho acto sobre los seres queridos del suicida. Normalmente, el suicidio de un familiar, amigo, pareja, etc., si no es por un motivo muy evidente, como una enfermedad terminal, crea cierto trauma y complejo de culpabilidad en sus allegados, sin olvidar el propio sufrimiento normal de perder a la persona querida. Esto por sí mismo sería un motivo ético más que suficiente para no suicidarse. Si además existen otras personas que dependen en mayor o menor medida de la persona (por ejemplo, hijos, pero en realidad habría que tener en cuenta todo el entorno social), el suicidio a veces ni siquiera entra en la ecuación, por muy desesperado que esté el individuo.
La segunda objeción que suele presentarse al antinatalismo es que llevaría a la extinción de la humanidad en el caso (poco probable) de que todo el mundo se convenciera de que es lo correcto. Por supuesto es así, pero esto no supone ningún problema lógico para los que lo defienden, ya que la existencia de la humanidad no tiene por qué ser un bien en sí mismo, igual que no lo es el nacimiento de un ser humano (Por cierto que esto tiene consecuencias para la llamada “paradoja de Fermi”, aunque sea meternos en terrenos colindantes con la ciencia ficción. Muchos científicos se extrañan de que aún no hayamos sido capaces de detectar señales de inteligencia en el Universo y se han ofrecido diversas explicaciones, algunas bastante peregrinas, a las que se podría añadir la siguiente: tal vez el razonamiento antinatalista ya no se pueda ignorar cuando se llega a un nivel de progreso determinado y que esto provoque la extinción de todas las especies que lleguen a cierto umbral de inteligencia, sea natural o artificial).
Otra objeción que suele hacerse a una visión negativa de la vida en su conjunto es que gran parte de los sufrimientos son evitables, y que se deben a la ignorancia o la maldad del ser humano, que será poco a poco paliada y corregida por el avance de la ciencia y de la cultura. Aparte de que no hay motivos para estar de acuerdo con tal optimismo si no es por el voluntarismo que queramos ponerle, y que la felicidad futura no justifica la desgracia presente, la posición de los antinatalistas es la de un pesimismo esencial, es decir, que la vida tiene un fallo de diseño, no es algo que dependa de circunstancias concretas (pesimismo contingente). Poniéndonos en el mejor de los casos, aunque sólo existiera la más mínima probabilidad de daño o sufrimiento para el ser humano (y estamos hablando de una situación a la que, siendo realistas, nunca llegaremos), se seguirían aplicando los argumentos utilitaristas antes mencionados: no hay ningún motivo para traer a nadie al mundo y sí para no traerlo.
Otra objeción más: según ciertos estudios hay mucha más gente feliz que gente infeliz. Ignorando la cuestión de que incluso gente mayormente feliz ha podido sufrir episodios de sufrimiento insoportable a lo largo de su vida, a esto se podría responder lo mismo que a la objeción anterior. No tenemos ningún derecho a traer a la existencia a personas infelices simplemente porque, de media, haya más personas felices. Evitar el futuro daño, aunque sea de una minoría, debe tener preferencia sobre el intento de satisfacer a personas que no existen, por muchas que sean.
En todo caso, es evidente que los estudios sobre la felicidad de las personas están sesgados en un aspecto: no se puede pedir la opinión de los que ya han muerto, y casualmente la muerte y todo lo que le precede suele ser precisamente la parte más desagradable de la vida (esto recuerda cierta historia, probablemente apócrifa, que relataba el historiador griego Heródoto). Aún peor, según otros estudios los seres humanos tendemos a olvidar con más facilidad lo desagradable que lo agradable, por tanto en retrospectiva nuestra vida siempre parecerá mejor de lo que es.
Precursores del antinatalismo
La idea de que vivir es una desgracia más que otra cosa es muy antigua. Nietzsche, el vitalista por excelencia, da un impactante ejemplo de la presencia de este tema en la tradición griega en su primer libro, El nacimiento de la tragedia:
Una vieja leyenda cuenta que durante mucho tiempo el rey Midas había intentado cazar en el bosque al sabioSileno, acompañante de Dioniso, sin poder atraparlo. Cuando por fin cayó en sus manos, el rey pregunta qué es lo mejor y más preferible para el hombre. Rígido e inmóvil calla el demón; hasta que forzado por el rey, acaba prorrumpiendo en estas palabras, en medio de una risa estridente: «Estirpe miserable de un día, hijos del azar y de la fatiga, ¿por qué me fuerzas a decirte lo que para ti sería muy ventajoso no oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: no haber nacido, no ser, ser nada. Y lo mejor en segundo lugar es para ti —morir pronto.»
Sin pretender entrar en demasiadas profundidades, tanto por motivos de espacio como porque requeriría unos conocimientos enciclopédicos de los que no dispongo, la postura de las culturas tradicionales a este respecto está indisolublemente ligada a la religión, y para la mayoría el mundo es “un valle de lágrimas”, como lo es para la religión judeocristiana, aunque esta finalmente promete un final feliz, al menos para los justos, ya que la mala situación del ser humano no es algo inherente al Universo sino que se considera producto de su caída en el pecado. Además, como pasa también con la mayoría del resto de las religiones, aunque su visión del mundo sea muy negativa no llegan al antinatalismo, entre otras cosas porque eso supondría enmendarle la plana a Dios, que si nos creó no sería para que nos dejáramos extinguir voluntariamente, y a efectos prácticos porque una religión que pidiese a sus fieles que no tuvieran hijos tendría serias dificultades para expandirse.
No obstante, también hay que decir que han existido sectas gnósticas (algunas de ellas dentro del cristianismo, aunque serían consideradas herejías por la Iglesia, y otras fuera, como el maniqueísmo), que tenían una posición al menos ambivalente respecto a la procreación. El gnosticismo, o algunas de sus variantes, sostiene que el creador del mundo no es el verdadero Dios, sino un demiurgo imperfecto o incluso perverso que mantiene aprisionadas a las almas en la cárcel de la materia. Desde este punto de vista, es fácil de comprender que la postura de algunas sectas gnósticas respecto a la procreación no era nada positiva, ya que suponía traer almas inocentes a un mundo de oscuridad.
Pero quizá la religión para la cual la cuestión del sufrimiento en el mundo tenga una posición más central en su doctrina sea el budismo. El contraste para la mentalidad occidental es curioso, ya que las religiones con las que estamos más familiarizados ofrecen una esperanza de que la persona pueda sobrevivir a la muerte. La esperanza que ofrece el budismo es justo lo contrario, la de escapar a un ciclo interminable de vidas, con el sufrimiento que ello implica. Curiosamente, esto no lleva a una prohibición de tener hijos, ya que consideran que la vida humana es la más propicia para alcanzar la liberación, y la extinción de la raza humana no supondría el fin de las reencarnaciones en otros seres. De todas formas, el ideal de vida budista es el del monje, que por supuesto implica celibato. Muchas sectas hinduistas comparten estos presupuestos, pero, a diferencia del budismo (que no cree en el alma ni en la relevancia de una divinidad), consideran que el alma es una parte de la divinidad y que terminará reintegrándose en ella, por lo que el problema del sufrimiento no es la base de su credo.
En cualquier caso, por los motivos indicados (expansionismo, justificación de la Creación, promesa de un mundo mejor, …) y aunque a veces se acerquen en sus postulados, las religiones no suelen negativizar de forma absoluta la existencia ni predicar el antinatalismo, por lo que esta tarea ha recaído en los filósofos, o al menos en una pequeña minoría, ya que, como sugería Nietzsche cínicamente, los filósofos suelen encontrar argumentos para sostener aquellas ideas en las que creían previamente, y pocos seres humanos quieren plantearse, en palabras del antinatalista y escritor de terror Thomas Ligotti, que el Universo es “malignamente inútil”. Tales ideas son un producto con pocos clientes potenciales, y pocos intelectuales están dispuestos a “vender” un producto así.
Continuará (si se tercia)...
Comentarios
Me registré ayer y estaba buscando un agujerito donde meter mi falo, jajaja. Perdón, pero tenía que decirlo, jajaja. No, en serio Zerolang, me ha gustado mucho tu artículo, además no he encontrado ninguna falta de ortografía lo que quiere decir que mi nivel gramatical es como mínimo igual al tuyo, jajaja.
En fin, lo que quería decirte es que el texto está muy bien escrito tanto en fondo como en forma, pero solo quería comentarte que el "antinatalismo" es un producto cultural fabricado en Occidente durante las últimas décadas (sí, has acertado, las feministas lo han traído a escena, jajaja). Es cierto que los filósofos y sacerdotes de todas las épocas y culturas han intentado llegar a una postura definitiva sobre el tema de la creación, de la fabricación de nuevos seres humanos... pero no han conseguido nada, y la mejor prueba de ello es que ya hemos superado los 7 mil millones de simios balbuceantes, jajaja.
Los que viven en las ciudades y disfrutan de un montón de servicios públicos y prestaciones sociales no se dan cuenta del verdadero fondo del asunto de la natalidad pero los que aún habitamos en zonas rurales percibimos la realidad de forma evidente y directa. No pretendo iluminar a nadie pero está claro que no es lo mismo ser joven y soltero, vivir en casa con tu familia, en un entorno urbano y disfrutar del ocio moderno, léase, estudios superiores, discotecas, cines, botellones con escarceos sexuales posteriores... que nacer y sobrevivir en una población aislada geográficamente y maltratada demográficamente.
Yo soy un vitalista, como Nietzsche (aunque apena le he leído) y todo lo explico desde el punto de vista material, físico, orgánico. A mi entender hay dos motivos por los que los seres humanos se reproducen: uno el biológico, eso es evidente. Las hembras de nuestra especie están en celo cada mes y los machos estamos programados para fecundar sus úteros. Esto puede escandalizar a las personas que rechazan la base primitiva y animal del ser humano pero está en nuestros genes y por tanto es ley, ley natural, la única que no se puede votar, tan solo acatar y callar.
El segundo motivo es de tipo cultural. Yo lo llamo orgullo de raza pero en realidad es simple miedo. Ya no se trata de la supervivencia de la especie (eso era el impulso sexual/maternal del párrafo anterior) sino la reproducción como táctica de conquista y derrota. Las hembras son un arma, un arma de destrucción o creación masiva, depende de lo que se pretenda. Si quieres que tu religión se expanda por todo el globo terráqueo es importante incrustar en la mente de tus fieles el mensaje de creced y multiplicaros, pero también, si has conquistado una ciudad o territorio es fundamental violar a todas las hembras del pueblo derrotado y de esa forma tu semilla prevalecerá sobre la de tus enemigos. Por ello todas las culturas del mundo han tenido (y siguen teniendo) restricciones respecto de la maternidad. Por ejemplo los gitanos, ellos no permiten que una hembra de su pueblo sea fecundada por un macho no gitano. ¿Por qué? Orgullo de raza, que no es otra cosa que miedo, miedo a perder tu identidad, tu esencia. Aunque una vez conocí a una chica gitana que se había enamorado de un nigeriano y la habían expulsado de su clan, jajaja.
Por eso digo, que hay un impulso biológico para tener sexo entre macho y hembra y procrear, pero también existe una decisión meditada y consciente respecto de la natalidad. Tener hijos en el Neolítico, por ejemplo, ya no era para satisfacer un impulso vital, el macho descarga y la hembra despliega su maternidad, sino una decisión política. Y aún lo sigue siendo en la religión judeocristiana que tú mencionas, pero también se puede observar en cualquier otro pueblo, antiguo o moderno, por ejemplo China.
De hecho, lo único que ha permitido a la tribu de sacerdotes católicos prevalecer en el tiempo y no extinguirse (ninguno se ha casado ni tenido hijos) ha sido precisamente aliarse con las mujeres y así "fecundar" (intelectualmente al menos, jajaja) la mente de todas esas generaciones de beatas y santas. Y es que cuando perteneces a un grupo y las condiciones de vida son las más miserables que puedas imaginar: enfermedades, guerras, hambrunas... el grupo debe sobrevivir y tener hijos es la única manera de lograrlo. Cuando tú seas viejo y débil ellos cultivarán tus tierras y alimentarán a tu ganado, además de protegerte a ti anciano frágil y enfermo, obviamente. Por eso digo, que hay dos natalidades, la biológica, la primitiva y bestial, esa erección deliciosa que te hace sentir un coño caliente y fértil y la natalidad podrida, repugnante y sucia que no es más que ambición venenosa de mantener tu clan más allá del tiempo y el espacio. Por ejemplo, las mil y una normas salvajes que mantienen unidos férreamente a las familias de judíos ortodoxos.
Por eso a día de hoy el debate entre tener hijos o ser antinatalista o "childfree" como dicen algunas feministas, está cogiendo tanta fuerza en los medios de comunicación. Por primera vez en el siglo XXI estamos disfrutando de unos avances en ciencia médica como nunca jamás habíamos conocido y eso unido a un nivel de prestaciones sociales alto y una abundancia material que roza la opulencia más vergonzosa hace que muchos jóvenes (30-40, lo que antaño en la Europa medieval era un anciano) se planteen si merece la pena dejar de salir y divertirse los findes por tener un par de críos en casa; pues ni tienen tierra ni ganado, tan solo un contrato laboral lamentable y un Estado que les proporciona casi de todo. Por tanto la decisión biológica de parir queda más o menos neutralizada con la pornografía, el preservativo y los típicos "follamigos", jajaja. Pero al mismo tiempo, es precisamente esa vida cómoda lo que nos ha hecho alejarnos de la identidad, de la familia y ningún chico/a, salvo que su familia sea gitana o pertenezca al Opus Dei tiene dentro de sí ese orgullo de raza, de prevalecer, de dominar a otros... De nuevo, se confunde cantidad con calidad, jajaja.
Así que no, Zerolang, la decisión de tener hijos no es egoísmo, es altruismo, renuncias a tu cómoda libertad occidental y renuncias a tu libertad individual en favor de que tu grupo, tu pueblo, tu tribu, tu Estado español tenga más miembros. ¡¡Por eso el egoísmo es precisamente lo contrario!! NO tener hijos, jajaja. En el momento en que no fecundas a una hembra tu vida pierde sentido y al mismo tiempo tu ser se eleva, trasciende, el caos invade tu vida cotidiana y nada te salvará del vacío existencial. Por eso hay tanto cantante de la Movida madrileña que ahora en el ocaso de su salud física y mental buscan refugio en parábolas y sectas marianas, jajaja.
Y una vez dicho todo esto (el 99% es material desechable, jajaja) te diré que vivimos en un Matriarcado. Porque es precisamente el miedo al grupo contrario, a la religión enemiga, al pueblo enfrente al nuestro... lo que hace que los hombres perdamos nuestra libertad preñando hembras y protegiendo a sus miserables crías. El impulso maternal de las mujeres unido a la ambición y avaricia de castas políticas, religiosas y económicas de todas las épocas y lugares es lo que provoca que los Hombres vivamos reprimidos y humillados. Un hombre que renuncia a fecundar hembras es un parásito, un rebelde, un antisistema; niega a las mujeres y al mismo tiempo la continuación de toda ideología y raza.
Amén.
Continuará (si me invitan un tercio...) Jajaja
#1 Bienvenido y gracias por tus comentarios tan detallados y razonados. Creo que has perdido la ocasión de escribir un artículo tú mismo sobre el tema, aunque siempre estás a tiempo de reutilizarlo, jajaja.
De hecho, una respuesta detallada a tu comentario requeriría prácticamente un artículo en sí. Sí que quería dejar claros un par de puntos, así a volapluma: las posiciones antinatalistas filosóficas, al menos las que trataba de explicar, son bastante antiguas y sus precursores son anteriores al feminismo (bueno, por lo menos al feminismo moderno organizado), aunque puedan tener consecuencias "feministas" (no quise alargar más el artículo, pero en algunas sectas gnósticas estaba mejor visto el sexo "casual" que el matrimonio, ya que este último implicaba intención de procrear). No son una cuestión que dependa del ecologismo (peligro de superpoblación) ni del estilo de vida moderno (aunque efectivamente puede ser utilizado para defender la postura del urbanita moderno que no tiene ganas de complicarse la vida en un mundo en el que tener hijos ya no supone la misma ventaja que en las sociedades tradicionales y donde por regla general la gente no tiene tiempo ni para dormir lo suficiente y dispone de posibilidades de ocio infinitas). Es una postura filosófica exclusivamente basada en razones morales y éticas, en el sentido que se explica en el artículo (y que, si tengo ocasión de escribir una segunda parte que trate de los diversos pensadores antinatalistas, detallaré en más profundidad). Es incluso pensable que alguien que deseara tener hijos, o que considere que tener hijos sería algo positivo para su vida o, ya puestos, para su país, cultura o religión, podría elegir no tenerlos basado exclusivamente en razonamientos éticos, aunque la filosofía rara vez consigue cambiar el modo de vida de nadie.
Respecto a la cuestión del egoísmo, es una cuestión algo peliaguda y lo uso quizá más como metáfora que otra cosa, porque, si nos ponemos estrictos, cualquier accion que realicemos es egoísta, ya que cualquier decisión que tomemos es un intento del cerebro de mejorar su nivel de satisfacción. Incluso el que sacrifica su vida lo hace por un bien mayor, por una razón que aprecia más que su vida y que, antes de morir, le da la satisfacción de saber que está eligiendo lo más valioso para él. Claro, en el momento en que tratamos así el egoísmo, la palabra pierde su sentido, porque entonces todo sería egoísta. De todas formas, lo que creo que está claro es que traer un niño al mundo no puede ser una acción altruista, ya que se está utilizando a una tercera persona para conseguir un fin, que es una carencia de los padres, de la sociedad, lo que sea... y por mucha teoría que pongamos, todos sabemos el motivo real por el que la gente tiene hijos, y no es "voy a sacrificarme para que mi sociedad y mi cultura no desaparezca" ni tampoco "hay un ser que no existe y se está perdiendo las cosas maravillosas que vemos todos los días en el telediario, vamos a traerlo al mundo para que las vea aunque eso nos deje menos tiempo para la Playstation".
En fin, paro aquí que si no esto es interminable. Un saludo.
Muy buen artículo, felicidades.
Me ha gustado especialmente la referencia a la Paradoja de Fermi. Recuerdo una conferencia de "la pizarra de yuri" (que seguro conocéis) en la que los asistentes apuntaban distintas posibilidades explicativas a la misma. A mí, la que me vino a la cabeza es precisamente esta que se ha mencionado. Tal vez cualquier civilización lo suficientemente desarrollada llega a la conclusión de que no tiene ningún sentido seguir reproduciéndose y expandiéndose de forma continuada, lo que no sería más que un impulso primitivo del cual no hemos conseguido librarnos por nuestro escaso grado de desarrollo. Tal vez optaran por continuar con una población reducida y sostenible o por una apacible autoextinción por el simple método de no seguir replicándose a sí mismos, lo cual no tiene ningún valor en sí mismo.
Supongo que eso da para otro artículo.
#4 Gracias por tus comentarios. Y respecto a lo que dices de una civilización lo bastante desarrollada, siempre es posible que incluso no sea la propia civilización la que tome esa decisión, sino una inteligencia artificial desarrollada por ellos. A fin de cuentas, los humanos por ejemplo no hacemos más que quejarnos de todo tipo de problemas, algunos de los cuales son probablemente irresolubles mientras sigamos siendo humanos, y creo que a una IA lo bastante potente no le costaría demasiado trabajo sumar dos y dos... Incluso introduciendo algo así como las leyes de la robótica, en los propios relatos de Asimov hay robots que, normalmente por algún imprevisto o defecto en su programación (hoy a lo mejor hablaríamos de virus), hacen una "interpretación creativa" de las leyes.
Sí, por favor, el tema me parece muy interesante. Si tienes tiempo, y sin menoscabo de tus quehaceres, escribe sobre esos "iluminados" del coito sin trascendencia. Algo me dice que al final esto se convertirá en un debate entre hedonistas, libertinos y profamilia. A ver si se anima más gente y debatimos a favor del fornicio o del matrimonio, jajaja. Un saludo!!
Es ético tener niños mientras otros muchos mueren de hambre y penalidades?
#6 Es natural, e instintivo. No ético.
#8 Egoista
#9 Por mucho que nos vistamos de racionales, el instinto todavía nos domina muchas veces y el hecho de tener hijos es el ejemplo más claro. Traer una vida al mundo, es algo precioso e increíble, pero si lo miras desde el lado racional nunca lo harías, por muchos factores.
Por otro lado, muchos se están muriendo de hambre, si no tienes ese hijo va a cambiar algo? Con los impedimentos que te ponen a día de hoy para adoptar, las odiseas que has de pasar y los años de esperas que has sufrir, no facilitan en nada que tengas hijos adoptivos en lugar de propios, si a eso le sumas el impulso biológico... 1+1 = 2.
La sociedad fomenta que tengas hijos propios y no salves a los necesitados y mientras sea así las cosas no cambiarán y eso que cada vez en el primer mundo tenemos menos hijos. Me encantaría poder tener dinero para tener tres o cuatro hijos o adoptar a un par y tener dos propios, pero solamente tengo uno, porque soy consciente de como va el mundo y de mi viabilidad económica. La sociedad actual se enfrenta a una dicotomía muy curiosa fomentada en la desigualdad entre el primer y el tercer mundo y es que en el primer mundo se intenta fomentar la natalidad mientras que en tercer mundo está descontrolada provocando un exceso de población en el mundo...
#10 El mimo instinto que nos lleva a coger el coche por las mañanas aunque sepamos que tiene un coste de vidas humanas...
#11 EL mismo instinto que para ir a trabajar a un polígono industrial tardas 30 min en coche o 1:30h en transporte público? No todos los casos de coger el coche es por capricho (hay un buen porcentaje que si), así que generalizar es muy bonito, pero hay gente que coge el coche porque no le queda más remedio.
#12 Pero a consecuencia de eso mucha gente enferma y muere, y muchos días los niños y mayores no pueden salir a la calle.
#13 Pero se tendrá que trabajar, porque sino también mueres de inanición...
Yo estuve yendo a un lugar en tren (xq no podía conducir por aquella época) que tenía un tren cada hora y tardaba una hora y cuarto en llegar. Consecuencia? salía a las 6:50 de casa y volvía a las 18:30.. En coche hubiese sido bastante menos tiempo. ¿Eso es vida? Mientras la viabilidad del transporte público no de buenas opciones, es imposible que la gente se deshaga del coche. El problema es que el coche no te puede garantizar el llegar a todos los polígonos industriales existentes aśi que el coche siempre será necesario. O gente que por ejemplo viva en Granollers y estudie en la UAB en coche lo tiene 20 minutos, en transporte público ha de bajar a Barcelona, hacer un cambio de línea e ir a la UAB, vamos un chollo el TP...
Lo que hay que atacar es aquella gente que utiliza el coche para moverse por dentro de las ciudades donde hay un transporte público que puede cumplir esa función. Aunque aquí por ejemplo en Barcelona, el bus para mi forma de verlo, es muy caro para el servicio que da.
#14 El transporte público es caro y desactualizado en eso estamos de acuerdo, si yo me comprara un coche y llevase todos los días tres personas hasta el centro de londres por el precio del transporte publico, prácticamente el coche me saldría gratis y ganaría dinero.
#15 Lo más importante (por encima incluso del precio) es que tengas buenas comunicación, si vas al centro de Londres, seguramente no tengas problemas, pero si tienes que hacerlo al revés, depende de donde vayas, todo será mucho más complicado. Esa es la limitación del transporte público que no puede llevarte a todos los sitios y si te lleva a según cuales, pierdes tanto tiempo que es inviable.
Mientras el trabajo no esté al lado de casa (10 minutos andando) o unos 45 min en transporte público, el coche seguirá existiendo, es inevitable.
Un problema con la discusion sobre el antinatalismo es que es imposible separarlo de los factores economicos y sociologicos.
Asi, en cuanto entramos en materia tenemos que incluir las posibilidades economicas positivas-negativas de las que disponen los mas pudientes para tener o no hijos en relacion a su legado y contraponerlas con las de los menos pudientes. Uno solo de esos puntos, que no el unico ni de lejos, seria mencionar la posibilidad de aquellos con gran patrimonio para escoger entre que les cuide un hijo en sus peores momentos o que les cuide su dinero y la no existencia de esa posibilidad en el segundo grupo.
En el momento en que se articula dicha idea brotan los cuchillos y las antorchas ideologicas, religiosas... etc. todo el debate se va por el sumidero.