El arte de legislar sin legislar

La palabra legislatura viene de legislar, es decir, el periodo durante el cual los representantes políticos ejercen su función de hacer leyes.

Ayer, Pedro Sánchez comparecía para insistir en que agotará la legislatura, tras las declaraciones de Junts de que votarán en contra de cualquier ley que impulse el PSOE.

Si la legislatura implica crear o modificar leyes, como decíamos antes, debemos preguntarnos: ¿qué legislatura quiere agotar el Gobierno? Técnicamente hablando, estaría ya agotada si no puede legislar.

Esta contradicción democrática no es nueva. Llevamos desde 2023 sin aprobar nuevos presupuestos: las cuentas públicas se han mantenido prorrogadas desde entonces. Esta anomalía, que empieza a convertirse en nuestra nueva normalidad, en otros países supondría la dimisión del Gobierno. En Bélgica, por ejemplo, el Ejecutivo ha anunciado su dimisión si no aprueba un nuevo presupuesto antes de Navidad.

La mayoría del mundo reconoce que los planes quinquenales chinos son una de las claves de su éxito: su capacidad de planificación a largo plazo no tiene igual. Si nosotros no somos capaces ni de aprobar unos presupuestos anuales, ¿cómo vamos a competir contra eso?

Si el objetivo último de la socialdemocracia es representar al ciudadano y mejorar su calidad de vida, ¿cómo puede compaginarse con un bloqueo institucional? ¿Cómo podemos asignar los recursos de forma eficiente en estas condiciones? ¿Cómo podemos dotar a la sanidad y la educación públicas del dinero que tanto necesitan?

Entiendo el miedo a que vuelva la derecha con la extrema derecha, pero parece que estamos condenados a elegir entre el susto o la muerte.

Porque, al final, no se puede gobernar sin gobernar, ni legislar sin legislar.