Visto los sucesos acontecidos con Ferreras, podemos hablar (desde hace tiempo) de un peligro a la democracia.
Todo ello viene por la demostración del mal uso de recursos de la seguridad pública y los medios de comunicación para desestabilizar a oponentes políticos. Simple y llano. No es necesario explayarse más.
Y a cualquiera de nosotros que realmente seamos demócratas, esto debería ser motivo suficiente para llegar a plantearnos en qué tipo de sistema político estamos inmersos y qué podemos hacer para evitar que vuelva a suceder algo de semejante calibre. No podemos permitir que se hagan triquiñuelas para con los oponentes políticos. Eso es de primero de democracia. Qualquier divergencia se debe resolver mediante el diálogo, puntos de encuentro y pactos.
No podemos pretender que un sistema válido sea el de inventar pruebas para desprestigiar a un adversario político. Eso hace equipararnos a regímenes políticos de dudosa validez y de escaso valor.
Y, ojo cuidado; hoy ha sido Ferreras. Mañana quien será. Pero, como socidedad, deberíamos impedir que algo así vuelva a suceder. Si somos una sociedad democrática, claro está.
Porque, que te parezcan bien estas prácticas, te convierte en un peligro para la democracia, puesto que vas en contra de los principios más básicos de la misma.