"Cuando estén desarrolladas las vacunas, todo esto se acaba". Esto es una cuestión de fe. Nadie es mejor ni peor por creerlo, pero es innegable que un enunciado así transita por caminos diferentes a los de la razón convencional.
Mientras miles de creyentes corren a testificar con la primera y la segunda inyección, Sanidad ya mueve los hilos avecinando un contrato con Pfizer y Moderna para dos años. En una noticia que no ha tenido gran trascendencia en este foro, la ministra afirma que la vacuna será anual, como la de la gripe.
En Francia han hecho lo propio comprando dos mil millones de dosis para el año 2022 y 2023. Macron ha comparecido como una especie de Calvino, lanzando contundentes medidas contra aquellos que se declaran escépticos de la campaña de vacunación: "Esta vez son ustedes los que se quedan en casa, no nosotros. No tengo por qué sacrificar mi vida por los que no se vacunan". Mi pregunta de lego es la siguiente: si las vacunas contra la COVID son eficaces, y él está vacunado, ¿De qué tiene miedo? Ah, ahí reside el misterio. Credo quia absurdum.
Las (multinacionales) farmacéuticas hacen su agosto en Julio, con el firme apoyo de la "anticapitalista" izquierda. El «qué dirán» de los magufos: algo tendrán esos viales, porque la vacuna está obrando lo impensable. Por supuesto, las restricciones permanecen, y permanecerán hasta que no se resuelva la crisis (de fe). Las vacunas serán la solución cuando todos creamos en ellas. Roguemos para que así sea.