Hace 5 días | Por NubisMusic
Publicado hace 5 días por NubisMusic

Comentarios

woody_alien

esos profesores de antes que golpeban a sus alumnos con collejas o la regla.

Enchufados, quien hubiese tenido collejas y reglazos, a nosotros nos ponían de rodillas sobre un ángulo de aluminio, brazos en cruz y libros sobre las manos, o nos hacían limpiar los baños con un estropajo, nada de fregonas. Que buenos son, nos llevan de excursión.

yo_hice_a_roque_III

El mundo se divide en acosadores y acosados, y en los últimos tiempos, gente que intenta revertir y acabar con esa dinámica de violencia.

De agradecer que acosadores comiencen a reflexionar sobre sus acciones, y de agradecer también que acosados pongan de manifiesto sus experiencias.

Y más importante aún, que todos tomemos conciencia de la violencia generalizada que ejercemos y que es ejercida sobre nosotros.

UnDousTres

Eres prescindible. Como todos los demas. Como una hormiga mas del hormiguero. El profesor ese es un hijo puta, superalo, no tiene ningun poder sobre ti. El tambien es una hormiga mas del hormiguero.

Ya sabes, lo mejor para salir de una depresion es ponerte contento.

borre

#1 Tampoco es eso, también hay que saber realmente el valor que puedes dar, si no, es que ni siquiera merece la pena esforzarse.

rogerius

Eres especial. Otra cosa es que esa especialidad te dé derecho a lo que crees que te da derecho. kiss

P

Cuando yo fui niño, los propios padres el primer día que te llevaban a la escuela le decían al maestro "si se porta mal, péguele". No fue mi caso, pero era lo habitual.

Había niños que, si el maestro les pegaba y lo contaban en casa, encima les castigaban: "algo habrás hecho"

Tuve un maestro que daba guantazos con facilidad, bastaba con que no supieras responder o respondieras erróneamente la pregunta que te formulaba sobre la lección del día. Y otro profesor en segunda enseñanza que solía agarrar a los niños de las patillas y elevarlos un palmo del suelo.

Había mucho maestro cabrón pero también había otros que eran bellísimas personas.

Pero yo nunca tuve ningún complejo o trauma por ese motivo. El secreto consiste en reconocer y despreciar al cabrón, y reconocer y apreciar al bueno.