Cuando a las ocho menos cuarto llegué al vestíbulo de la Hofbräuhaus, no podía ya dudarse de la intención de nuestros adversarios. La sala se hallaba repleta y por eso la policía clausuró la entrada. Nuestros enemigos, que habían tenido buen cuidado de venir muy temprano, llenaban la sala, mientras que nuestros adeptos quedaron en su mayor parte fuera. El pequeño grupo de las S.A. esperaba en el vestíbulo y ordené formar a los cuarenta y seis hombres que la componían. Les dije a mis muchachos que seguramente aquella noche, por primera vez, tendrían que probar, a sangre y fuego, su fidelidad al movimiento y que ninguno de nosotros debería salir del local salvo que nos sacasen muertos; dije que yo personalmente quedaría en la sala y que jamás podría imaginar que uno solo de ellos fuese capaz de abandonarme; finalmente, subrayé que si viese que alguno se portaba como un cobarde yo mismo le arrancaría el brazalete y la insignia del partido. Luego les insté a reaccionar inmediatamente contra la menor tentativa de sabotaje, sin olvidar ni por un momento que la mejor forma de defensa es siempre el ataque.
La exclamación “¡Heil!” 8 pronunciada tres veces, más vigorosamente que nunca, fue la respuesta a mis palabras.
Una vez en la sala, puede apreciar la situación con mis propios ojos. Los concurrentes estaban apiñadamente sentados y me esperaban ya con penetrantes miradas. Infinidad de fisonomías llenas de odio se tornaban hacia mí, en tanto que otros me dirigían insultos seguidos de irónicas gesticulaciones. Estaban convencidos de su superioridad numérica y querían demostrarlo.
A pesar de todo, la asamblea fue inaugurada y empecé mi discurso.
Más o menos después de hora y media –había podido hablar durante ese tiempo no obstante las constantes interrupciones- un pequeño error psicológico que cometí al contestar una interrupción, y de lo cual yo mismo me di cuenta apenas hube respondido, dio ocasión a la señal de ataque.
Gritos furiosos y de repente un hombre que salta sobre una silla y exclama: “¡Libertad!” A la señal dada los “campeones” de la libertad comenzaron su obra.
Pocos instantes después dominaba en el local el bramido de una inmensa horda humana sobre la cual volaban cual descargas de obuses infinidad de vasos de cerveza, y en me dio de todo, el crujir de silletazos, vasos que se estrella, chillidos estridentes y silbatina.
El espectáculo era salvaje.
Yo quedé de pie en mi puesto y desde allí pude observar cómo todos mis muchachos cumplieron su deber admirablemente.
Apenas ha bía principiado la danza entraron mis “hombres de asalto”, como desde entonces les llamé. Cual lobos, en grupos de ocho o diez, caían sucesivamente sobre sus adversarios y poco a poco fueron éstos arrollados y echados del recinto. No habían transcurrido cinco minutos cuando vi que casi todos los míos sangraban y estaban heridos. A cuántos de ellos me fue dado conocerles precisamente entonces. A la cabeza, mi bravo Maurice, además, mi actual secretario privado Hess y muchos otros que, aun gravemente heridos, atacaban siempre de nuevo mientras podían mantenerse en pie. En uno de los rincones, al fondo de la sala, quedaba todavía un considerable bloque de adversarios que oponía tenaz resistencia. Inesperadamente detonaron dos tiros de revólver disparados desde la entrada de la sala, y con esto se inició un tremendo tiroteo. A partir de este momento era imposible precisar de donde venían los disparos, pero una cosa pude establecer claramente: desde aquel instante el ardor combativo de mis muchachos sangrantes había llegado al paroxismo, acabando por arrojar de la sala vencidos a los últimos perturbadores.Pasaron aproximadamente veinticinco minutos. En la sala parecía como si hubiese estallado una granada. Muchos de mis correligionarios heridos, fueron curados de urgencia, otros fueron transportados por la ambulancia, pero a pesar de todo habíamos quedado dueños de la situación. Hermann Esser, que aquella noche presidía la reunión, declaró: “La asamblea continúa. La palabra la tiene el conferenciante” Y continué hablando.
Ya habíamos clausurado la reunión cuando entró de prisa y muy excitado un oficial de policía, moviendo nerviosamente los brazos y gritando: “La asamblea queda disuelta”.
Sin querer tuve que reírme, ante semejante alarde auténticamente policíaco.
Realmente, mucho habíamos aprendido aquella noche y nuestros adversarios mismos no olvidaron jamás la lección recibida.
Comentarios
Me recuerda mas a los Lazis que a Vox, la verdad.
#1 Y muy probablemente a ellos les ocurra lo contrario. Los patriotas sois como esos turistas carroñeros que arrasan feliz y despreocupadamente aquello que visitan y se quejan airadamente de que otros lo hagan en su ciudad.
#1 lazis? esos quienes son? porque si son los que llevan organizadas decenas de manifestaciones con decenas de miles de asistentes durante las cuales no se ha roto ni un papelera, no sé donde ves la similitud.
(nota: no soy indepe)
#10 No rompen papeleras pero patean por la espalda, tiran piedras a los ojos, llaman putas a las candidatas que no les gustan, etc. Las papeleras son lo importante, si
#11 sí
#11 donde compras tu mierda?
#1 Son fascistas de distinto tipo, a mí incluso me recuerda más a los lazis como a ti con su racismo genético su superioridad e insolidaridad y su fanatismo para imponerse de forma brutal a quien no piensa igual, están a un paso de leyes segregacionistas.
Que si los Lazis, que si Vox, que si los escraches, que si los nazis, que si Cayetana, que si Franco, que si Venezuela, que si el patriarcado...
Los árboles no nos dejan ver el bosque y echamos culpas a "los otros" cuando el problema es el "todo": desde el estallido de la burbuja y la gran crisis económica sufrida, este país va social y políticamente cuesta abajo. El panorama político es una miríada de partidos todos con posibilidades de tener algo de poder, los gobiernos se pronostican muy inestables y encima impera una corrupción sistémica, una región se encuentra institucionalmente ya casi en rebeldía, y grandes sectores de la sociedad viven una economía de pura subsistencia incluso cuando tienen trabajo, algo que además escasea.
Como pegue duro una nueva crisis...
#2 Un panorama (desgraciadamente) bien descrito. Menudo presente, pero sobre todo, menudo futuro...
#3 El futuro no puede ser más oscuro: es una pirámide poblacional invertida espantosa, la peor de Europa, imposible de mitigar con inmigración joven pues en España no hay perspectiva alguna de que vaya a haber trabajo en abundancia nunca.
#5 A ver, es que usar inmigrantes no sabria ni como catalogarlo...
Lo que si te digo es que si se hicieese con cabeza, se conseguiria mas sin tener que tirar de "migrantes", como?, huy, si lo digo aqui abiertamente, strike por incitacion al odio (aunque no sea asi).
#6 Pues me dejas en ascuas: no sé cómo "catalogas" abrir las puertas a la inmigración que está deseando salir de Africa, y tampoco se me ocurre qué puede ser esa otra cosa que se podría hacer "con cabeza" y que te cueste un strike. Un comentario enigmático el tuyo, sin duda...
#7 Aqui depende de quien seas puedes decir lo que piensas o no. Pero vamos, no creo que te pille de nuevas que el tema inmigracion en este pais sea un desmadre.
#8 Por supuesto: es un desastre porque no tenemos una economía capaz de absorber mano de obra, ni capacidad para mandar a su casa al que entra ilegalmente, con lo que únicamente lo que hacemos es aumentar la pobreza. ¿Y tu solución que cuesta un strike?
#2 El resultado de estar buscando respuestas a "¿qué ha pasado con lo mío, con lo que tenía antes?". Se eligen enemigos que nada tienen que ver con el derrotero que se ha tomado pero como los tienes a tu alcance y los ves...La primera solución a mano , Rajoy, ya se ve el resultado y hay que subir la intensidad.
¿Este artículo es una recreación?¿una traducción?¿una invención? Si es cierto que Hitler dijo o escribió esto, debería citarse la fuente como mínimo.
De todas formas, no entiendo por qué se debe dejar a los de Vox que sigan con lo suyo (en mi opinión: incitar al odio al homosexual, al inmigrante, denigración de la mujer...). Lo único es que no hay que borrarlos del mapa con la violencia propia de ciudadanos incivilizados, sino desde las urnas, con la palabra y la razón. Con buenos argumentos.
#16 Los del articulo también se presentaron a las urnas
A los llamados judíos se les obligó llevar una estrella en la ropa,
para que la ciudadanía supiese e identificase quienes eran los saboteadores de la convivencia, los anarquistas, comunistas, sindicalistas, terroristas .
¿ por qué no hablas del terrorismo sionista- judío-marxista que asolaba Europa y Alemania concretamente ?
Por cierto , no sé como pudieron hacer para incinerar 6 millones de cuerpos, cuando el gobierno de valencia pone pegas para hacerlo con un gordo. https://www.elespanol.com/ciencia/20181113/generalitat-valenciana-rectifica-no-prohibira-incinerar-obesos/352965692_0.html
#17 Sobre el socialismo:
“El vicio inherente al capitalismo es el desigual reparto de bienes. La virtud inherente al socialismo es el equitativo reparto de miseria.”
“Que el tener ganancias es reprochable es un concepto socialista. Yo considero que lo verdaderamente reprochable es tener pérdidas.”
“El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.
“Ningún sistema socialista puede ser establecido sin una policía política.”
Sobre la memoria histórica
“Los fascistas del futuro, se llamarán a sí mismos antifascistas.”
“Los españoles son vengativos y el odio les envenena.”
“A mediados de junio de 1936, la creciente degeneración del régimen parlamentario en España, y el vigor con que se preparaban sendas revoluciones comunistas y anarquistas, desencadenó un alzamiento militar que llevaba tiempo preparándose…En España estaba manifestándose una perfecta reproducción del período de Kerensky en Rusia…Ninguno de los dos bandos que conspiraban podía alegar, con justicia, títulos de legalidad…Muchas de las garantías corrientes en la sociedad civilizada habían sido liquidadas por la infiltración comunista en un decaído gobierno parlamentario. Se producían atentados por ambas partes, y la pestilencia revolucionaria llegó a un punto tal, que los comunistas no titubeaban en asesinar a sus adversarios políticos en las calles o en sacarles de sus lechos para darles muerte”.
Sobre los impuestos
“Una nación que intente prosperar a base de impuestos es como un hombre con los pies en un cubo tratando de levantarse tirando del asa.”