Me levanté a las seis de la mañana y me adentré en el corazón de Al-Raval por la antigua calle de Sant Pau, ahora Al-Hamidiyah. Las fachadas, color tierra quemada, se erguían sobre mí como titanes angustiados, escuchando solemnemente la primera de las cinco oraciones dictadas mecánicamente por el incansable vibrato del almuédano.
Caían como lágrimas trozos de hormigón sobre el desgastado asfalto, ahora guiso de lama y agua, y se extendía sobre este cientos, sino miles, de desechos que me obligaban a ejecutar una macabra danza de la que todos éramos cómplices.
Vestidas de lacre y ceniza, las mujeres de aspecto arménido se unían al compás, siempre acompañadas por la atenta mirada de sus compañeros que, al percatarse de mi presencia, posaban sus sospechas sobre mí.
"Sabaah al-khair" me dijo uno. "Sabah un-noor", contesté.
Desde que el Raval empezó a ser propiedad del Estado Islámico y se convirtió en un califato independiente del resto de la ciudad, rara vez me había adentrado en este laberinto antropófago, prostituido.
Comentarios
La verdad es que tienes un gran estilo literario. De todos modos, ¿Estado Islámico? ¿No crees que es una hipérbole y una demonización injustificada? El estilo no justifica según qué mensajes.
#1 Buenos días amigo. Agradezco tu mensaje. No me malinterpretes, no intento yo demonizar. Este título se le atribuye con bastante asiduidad al Raval por aquellos de prejuicios medievales. Yo intento jugar un poco con ello para que se vea hasta qué punto puede sonar ridículo.
#2 Si te he malinterpretado, disculpas. No habré captado la ironía.
#3 No te preocupes. Tu comentario estaba justificado
¿Houellebecq, sumisión?
#5 No le conocía, pero tiene buena pinta. Le echaré un vistazo esta tarde
El mejor lugar de todos los que he vivido en Barcelona, con sus moros, sus pakis, sus puñaladas y sus peleas de prostitutas de madrugada.
Por cierto la foto de donde és? Marruecos?