Empezamos el año con un libro recién acabado (Los Pazos de Ulloa) y una película que acabo de ver ahora mismo (La Invitación). Pese al abismo de tiempo que existe entre ambas, tienen una moraleja común: es imprescindible saber decir que no y comprender que tu camino está bajo tus pies y no bajo las señas que te haga un tercero.
La clave de Los Pazos de Ulloa es un matrimonio entre dos personas incompatibles que se consumó porque la mujer, aún sabiendo casi con total certeza que su futuro marido era un animal con patas, no supo negarse al casamiento (lo cual por otra parte tampoco era seguro que le librase del matrimonio, pues en aquellos tiempos la voluntad de la mujer contaba muy poco).
Lo paradójico es que esa mujer tenía mil cualidades y habría podido ser tremendamente feliz con una persona que la comprendiese. Y su marido también habría podido ser feliz (a su manera) con una mujer tan asilvestrada como él. Pero fueron otros los que decidieron sobre algo que era exclusiva competencia de los contrayentes. Y muchas vidas se malograron.
La Invitación va sobre sectas destructivas. Esos buitres que aprovechan la debilidad y los traumas del prójimo para sustituir su voluntad por un mantra infumable de adoración al líder y aceptación acrítica de cualquier orden que salga de su boca. La debilidad y el dolor nublan el cerebro, y los gurúes lo usan para exprimir a sus víctimas.
Ambas obras nos dicen lo mismo: lee, escucha,conoce, descubre, acumula conocimiento y experiencia, cultiva tu fuerza y aprende a rechazar lo que sientes que no es correcto, lo diga quien lo diga. Y decide qué es lo mejor para ti. Valora los buenos consejos que puedan darte, pero ten en cuenta que quien debe tomar la decisión final eres tú. Y es una decisión que sirve para tu persona. Tal vez sirva a la vez para otros pocos, para muchos o para nadie más. Es lo que tiene ser únicos.
Comentarios
A veces se es miembro de una secta a la fuerza... ¡ quiza estamos en una secta y no lo sabemos !
Ooooh, muy bueno. No conozco el de la secta, pero sí el de Los Pazos de Ulloa, y fue dolorosísimo leerlo. Lo recomiendo a TODO el mundo, está magníficamente escrito.
SPOILERS, SPOILERS.
Tenemos a un "marqués" (no lo es, pero lo creen en el pueblo), Pedro Moscoso cuyo padre murió siendo él muy pequeño, con lo que el niño creció asilvestrado, ya que sus tutores lo que querían era sacarle la mayor pasta posible. De modo que el en el fondo desgraciado bruto está controlado en todo o casi todo por el guardés de la masía o finca donde vive.
Llega un cura que es MUY buena gente y tiene MUY buenas intenciones... pero que lamentablemente, es católico, y juzga buena a una mujer, no por serlo, sino por ser, además, casta. El guardés del Moscoso, que le controla los gastos, tiene a su hija Sabel acojonada para que se folle al señor. Vamos, que la prostituye porque a él le da la gana. El tonto del cura, en lugar de apiadarse de la muchacha, la considera una mala mujer, y piensa que ella es el problema, cuando el problema es el padre que la chulea (a la chica no le gusta el marqués, y éste lo sabe y se cabrea, como es un burro, todo lo arregla a hostias).
Este cura de buenas intenciones pero tontaina se lleva a Moscoso a la ciudad a ver a sus cuatro primas, porque insiste en que el problema es que el señor vive en pecado con Sabel. Se cree el pobre cura con el cerebro lavado que en cuanto el Moscoso se case y meta a una mujer "honrada" en la casa, todos los problemas se arreglarán.
Hay cuatro primitas: La mayor, una tía maciza que pone berraco al Moscoso. Pero el marqués considera que no es lo bastante "honrada", porque ha tenido "trato" (no es que no sea virgen, ojo, sino que se haya carteado o interesado por otro hombre antes); la segunda, maciza pero un poco velluda; la tercera, Marcelina, bizquilla y la menos agraciada; y la última, delgada y bonita, que no interesa al marqués.
En un juego con la prima mayor, don Pedro Moscoso se topa con Marcelina, que se asusta y le aparta a guantazos. El hombre, que tiene el cerebro lavado (y que todavía está berraco por su prima mayor), decide que la más honrada es la que más asco tiene de que la toque un hombre, no la que le atrae sexualmente y por la que se siente sexualmente atraído, y se encabezona en que la más casta y pura tiene que ser su mujer. El cura, que es bueno como el pan pero lamentablemente católico para todo, y por lo tanto está atontado, le dice que, efectivamente, la más mejor es Marcelina (que es muy buena muchacha, pero NO es la esposa adecuada para ese bruto: Manolita, la mayor maciza sería mucho mejor esposa, y además del tipo que le da dos guantazos a Sabel y otros dos al padre) porque es casta y pura.
Y a partir de aquí, un desastre detrás de otro. Incluso el cura, Julián, se da cuenta de que ha hecho el gilipollas, y lo que es peor, le ha jodido la vida a dos inocentes (Marcelina y su hija).
Y, sí, la moraleja de la historia es... No seas burro, y si lo eres, júntate con gente como tú, y si no lo eres, no te juntes con burros.
#2 Fe de erratas, debería decir "no la que se siente atraída sexualmente por él y por la que se siente sexualmente atraído".