Escribo este artículo en respuesta Sobre los límites de la "legitimidad democrática" y el derecho a poner de rodillas a un Gobierno, pero sin ánimo de polemizar con él, más que nada porque estamos de acuerdo en gran parte de las premisas.
Sin embargo, me gustaría dejar las cosas claras, abandonar la neolengua, o la paleolengua de la doblez, y enfrentarnos a lo que relmente decimos cuando decimos algunas cosas.
En primer lugar, derribar a un gobierno con movilizaciones en la calle, significa poner la fuerza por encima de los votos, lo que supone que hay dos maneras de medir el poder popular: contando votos en las urnas y contando bofetadas en la calle.
No lo pintemos de guay: decimos eso.
Decimos que en un geriátrico se pueden obtener doscientos votos de los internos, pero los doce celadores pueden, y deben, imponer su voluntad a los doscientos abuelos, porque pueden, y deben, hacer valer la opinión de los jóvenes sobre la de los viejos, la de los sanos sobre los enfermos y la de los que trabajan sobre los inactivos. Por vueltas que se le dé, el razonamiento revolucionario o de movilización es tan nietzschiano como eso.
Cuando el poder popular se ejercía contra dictaduras o monarquías absolutas, el tema estaba bastante más claro: era la fuerza del pueblo contra la fuerza del Gobierno. Ahora, cuando ese Gobierno se basa en una votación y en unas instituciones, el asunto no es tan sencillo de determinar quienes se enfrentan
De lo que se trata ahora, en Francia, por ejemplo, es de que los que cogen un coche para salir a trabajar a diario, se impongan a los que se quedan en casa o viven en una gran ciudad, con un transporte público eficiente, por más que estos sean muchos más.
De lo que se trata en una movilización como la de los chalecos amarillos, es de demostrar que la violencia sobre los espacios comunes es una variable que no se puede descartar, y que las opiniones no se cuentan simplemente, sino que todavía se pesan, por lo que no es igual una huelga de informáticos que una de mineros. Todos sabemos que es cierto, pero no nos gusta reconocerlo: la capacidad de ejercer violencia, de amenazar al otro, y de generar destrucción está en la base de este argumento, por más que se disfrace de derechos y no sé que, como en el artículo de@Livingstone85.
Al final, el debate sobre al lucha callejera y la presión popular se centra fundamentalmente en eso: en la legitimidad de los votos, y la legitimidad de la fuerza, y no reconocerlo es una acto de hipocresía.
Así que empecemos por hablar claro y luego se verá.
Comentarios
¿Cuándo fue la última algarada en Suiza?
Si en los países (mal) llamados democráticos hubiera como en Suiza la capacidad de poner a referendum cualquier ley simplemente con una recogida de firmas, otro gallo cantaría. Ni los políticos harían lo que les viene en gana ni la gente tendría que salir a destrozarlo todo para que les hicieran caso.
Ningún país puede llamarse democrático si no tiene un mecanismo para comprobar que las leyes son aceptadas por los ciudadanos (o para que los ciudadanos puedan proponer leyes nuevas y que se voten). Y el único que tiene ese mecanismo es Suiza.
¿Les va bien en Suiza?
Según las encuestas la mayoría de los franceses están con ellos y eso vale mas que el puñado de votos de Macron...
#8 Una encuesta que vale más que una votación....
pffffffffffffffff
#11 Si no es así, por que recula Macron?
La lógica de tus argumentación es directamente proporcional a la extensión de tu artículo, para tu información los chalecos amarillos no luchan sólamente por la subida del gasoil sino que son una respuesta a las políticas de Macron en general. Igualmente sobre la legitimidad de las mayorías silenciosas en las reivindicaciones sociales, te diré que las grandes revoluciones que nos han traido la democracia, como por ejemplo la revolución francesa, o cualquier otra, no por toda la sociedad del momento, siempre hay individuos que se sienten cómodos bajo la bota del poder o que no tienen ánimo de cambiar las cosas, los cambios sociales, para bien o para mal, vienen del empuje constante de una masa crítica activa que para nada representa a la totalidad de la población, ni siquiera a la mitad. Tu lógica es la del "Vivan las caenas" que tanto ha retrasado a España
#1 "Tu lógica es la del "Vivan las caenas" que tanto ha retrasado a España"
Niego absolutamente eso. Lo que digo es que a partir de la dialéctica de la fuerza, hay que razonar, ausmiendo de donde se parte.
No critico el punto de partida. Exijo que se asuma.
#2 Entiendo, mis disculpas entonces. Aunque la verdad que el "Vivan las caenas" me parece el mejor ejemplo del inmovilismo español, mientras en el resto del mundo se abría una era de progreso al amparo de la revolución francesa, los españoles traían un rey absolutista que iba a quemar libros y reabrir la inquisición, el pueblo español empobrecido tiraba del carruaje del rey al grito de "Vivan las caenas"... PENA
#4 en realidad el otro artículo ya lo hace, y cito:
"Han colocado a Macron de rodillas, le han obligado a cambiar de criterio bajo la amenaza de poner el país patas arriba. Pero ¿tenían derecho a hacerlo? Yo pienso que sí"
cc/ #2
#2 y luego vamos con esta parte, que como tengo ignorado al ilustre murciano profesor universitario de Derecho que ha perpetrado tamaño artículo no he leído sus respuestas, que es especialmente significativa. Dice el interfecto:
"El filósofo del Derecho Luigi Ferrajoli dice que en todo sistema democrático hay una "esfera de lo indecidible", que ningún gobernante puede atacar por muchos votos que tenga. Esa esfera la constituyen los Derechos Humanos, que son "precondiciones lógicas de la democracia", ya que la participación política libre y en igualdad de condiciones, requiere no sólo el acto formal de votar cada 4 años, sino el pleno respeto de los derechos sociales y políticos de los ciudadanos, así como de sus libertades individuales. Si se me niega una educación de calidad, o se me coloca en una situación de sufrimiento derivada de la exclusión social que me anula como individuo, estaré incapacitado en la práctica para participar políticamente. A este respecto, John Rawls dice que el sistema democrático es incompatible con aquellas situaciones de explotación o marginación social que "socavan el autorrespeto" del individuo y le excluyen de la comunidad"
Sigo en otro comentario
#2 sigo con lo de #6 ... es verdad, ya lo dice el preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: es "esencial, para que el ser humano no se vea impelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión, que los derechos humanos sean protegidos por el imperio de la ley". Vale. Entonces entiendo que una chalecada amarilla contra el genocidio, contra el ius primæ noctis, etc, sería más que razonable como último recurso (es decir, solo si de verdad se hubiesen agotado todos los cauces del Estado de Derecho).
¿Y están los chalecos amarillos realmente contra cosas de tan extrema gravedad y urgencia que no pueden emplear la vía judicial o parlamentaria y deben recurrir a la violencia callejera? Veamos las peticiones:
- peticiones más perentorias, e.g.
* 1 ) ninguna persona sin hogar
#2 #4 bola extra: en la Rioja prohíben los perros pastores y obligan a su esterilización, y esa prohibición viene de una Iniciativa Legislativa Popular, i.e., es muy probable que goce del apoyo de una mayoría de electores.
¿Tienen, según las locas tesis del profesor murciano de Derecho, derecho y legitimidad los pastores riojanos y españoles para quemar, romper y bloquear hasta torcer el brazo de José Ignacio Ceniceros (presidente autonómico) y obligarle a derogar dicha ley?
cc/wondering@Sure
#0 lo que en realidad pretendes es que la gente justifique explícitamente la violencia. Ya lo hacen, pero quieres verlo escrito, no?