Eran hermanas; una era blanca y la otra negra. No en alusión al color de su piel, sino, en razón al matiz de sus hechizos. La bruja blanca, Airam, era sanadora, atraía el amor, hacía “limpias”, unía a las parejas, e intentaba curar las almas. La bruja negra, Asor, era malera, hacía daño, enfermaba, destruía, y se chismorreaba en voz baja que, hasta era capaz de causar la muerte a distancia con sus hechizos. Airam y Asor eran seudónimos que ellas habían construido escribiendo sus nombres al revés para crearse una parafernalia más apropiada a su