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Sin novedad en el frente cántabro: la incierta vida en las trincheras
Las milicias montañesas leales a la República carecían en 1936 del equipamiento militar suficiente para vigilar un frente tan extenso y contener a los sublevados, como tampoco disponían de las prendas necesarias para pasar el duro invierno con las mínimas garantías de protección personal. Durante ocho días de julio de 1936, los militares del cuartel del Alta comprometidos con los golpistas mantuvieron una actitud ambigua, sin atreverse a salir a las calles de Santander a enfrentarse con las milicias republicanas para tomar el control de la ciud
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