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 Cuando los futbolistas comían calamares
 Si Mario Alberto Kempes jugara hoy en el Valencia sería impensable verle salir del entrenamiento, acudir al bar El Bolinchito y tomarse en la barra una clara de limón y unas anchoas mientras habla de fútbol tranquilamente con el resto de comensales. Los futbolistas, sus entornos y el auge social que han ‘sufrido’ ha llevado a una despersonalización del trato con aquellos que les sustentan y sin cuya pasión y dinero ni soñarían con ganar las cifras que manejan sus cuentas corrientes.  
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