El estado, desde su posición totalitaria, considera al ciudadano apenas como un niño mayor de edad, juguete de las tentaciones y marioneta de la publicidad, que debe ser protegido y orientado en la dirección correcta. Así, se le excluye de la noción de responsabilidad y de control de sus propios actos. Porque es claro que la libertad trae consecuencias buenas y malas, y quien asume la responsabilidad de sus actos puede un día celebrar o lamentarse de cómo terminaron saliendo las cosas.
Comentarios
Pues si la legalizan, que luego no pidan dinero para rehabilitar a los ceporros que caen bajo su influjo, que me parecería una posicion coherente.....
Después de estar devoraos a ver si tienes dinero pa pagarte el desenganche