La imagen que se ha dibujado de un millonario desde la televisión y las revistas dista mucho de la realidad. Los medios de comunicación han llevado a la población una realidad que no es extrapolable a todo el conjunto de las fortunas del mundo: personas con coches de lujo, joyas, relojes cuyo precio se acerca al de la casa de muchas personas.
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Falta explotar a otros trabajadores.