Cuando, de pronto, se deje oír a medianoche el paso de una invisible comitiva, con músicas sublimes y con voces, tu suerte que cede, tus obras malogradas, los planes de tu vida que acabaron todos en quimeras, será inútil llorarlos. Como el que está listo ya hace tiempo, como el valiente, despídete de ella, de la Alejandría que se marcha. Sobre todo, no te engañes, no digas que fue un sueño, ni que se confundieron tus oídos; no te rebajes a tan vanas …