El pundonor de Angus Young y la buena actitud del público salvaron un recital que llenó el Metropolitano con 55.000 espectadores. Lo que alcanzó mejor claridad fue la guitarra de Angus Young, benditos sean sus dedos, su entrega, su talento. Él salvó el recital. Fue una pena el inconveniente acústico, porque el ambiente era estupendo, con mucho público (también joven y familias) con las diademas del demonio colocadas en la cabeza, el puño en alto, bailando, gritando los estribillos
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