San Sebastián de los Reyes, parque de Tempranales, probablemente el más concurrido del pueblo un sábado por la tarde.
Mientras recojo cosas del coche aparece otro que pone las warning en doble fila. Un hombre baja, pone los brazos en jarra y niega con la cabeza. No me había dado cuenta pero la plaza que estaba detrás de la mía era una plaza de personas con discapacidad y estaba ocupada por un flamante BMW sin ningún tipo de distintivo.
- ¿Necesita usted aparcar? - el vehículo si tenía su distintivo y era obvio que viajaba con una niña con discapacidad.
- Pues si pero me va a tocar buscar sitio (harto difícil un sábado por la tarde en este parque)
- No hombre, habrá que buscar al dueño y que lo quite.
- Nah, ya estoy acostumbrado.
Vuelvo a la mesa que tenemos acaparada para celebrar el cumpleaños de la niña y tras comentarlo entre los padres nos ponemos a preguntar a todo el mundo. El coche no es de nadie. Al volver a la plaza el coche en doble fila ya no está pero el BMW sigue ahí. Automáticamente llamo a la policía local, informo de la situación y me despachan con un: ahora mandamos una patrulla.
Al poco rato aparece a lo lejos el matrimonio caminando hacia el parque con su hija. Sin ningún género de dudas la cría tiene su movilidad muy reducida.
- Hemos tenido suerte y hemos aparcado ahí delante.
¿Hemos tenido suerte? En qué momento este hombre tiene que estar agradecido por semejante situación?
45 minutos después de haber llamado a la policía y sin que nada parecido a una patrulla viniera por aquí, aparece el dueño del coche y yo, que jamás he sido pusilánime, me he ido de cabeza a recriminarle semejante actitud (seguido por un par de padres). Me planto, le digo lo mal que me parece la situación que ha generado y lo egoísta de su actitud y con una mirada de desprecio e indiferencia me manda a la mierda.
Tras una décima de segundo de ira y rabia absoluta, uno de los padres me dice - déjalo, no merece la pena. Pero es algo que veo prácticamente a diario por muchas milongas que me quieran contar todos los que piensan que son cosas anecdóticas. No lo son. Son el día a día del estado bananero en qué vivimos, en el que la impunidad es la base de nuestra justicia.
El pájaro monta en su carísimo coche y marcha impunemente a su siguiente destino.

Sabe dios que he tragado quina pero no puedo montar un pollo en un parque y menos, en el cumpleaños de mi hija.
¿Si la indiferencia de quien tiene que velar por nuestros derechos se hace patente en este tipo de situaciones, qué nos queda? ¿Si quien tiene la exclusividad de impartir la ley no lo hace, qué nos queda? ¿La justicia por nuestra mano? ¿Qué es el estado de derecho entonces?
Catacroc
Supercinexin
GaiusLupus