El eminente y eximio profesor Iván Ripióvich Pávlov, ideó unos experimentos con perros que son la base del condicionamiento clásico, mientras intentaba perfeccionar su conocido invento: el supositorio porculizador o hateraje.
Para tal fin, adquirió un perrito mestizo procedente de una caravana de cíngaros, al que dio para la posteridad el nombre de Cascarria.
El ilustre Doctor Ripióvich se dió cuenta de que al introducir un calabacín por el ano de su perrito Cascarria, este salivaba de gusto. Cada vez que le introdujese un calabacín por el recto al cánido, Ripióvich repetía su nombre, de modo que, cuando el perro lo escuchaba, asociaba ese nombre con el calabacín en su ano y salivaba de gusto. Así, el perrito Cascarria estaba dando una respuesta (en este caso, la salivación placentera) a un estímulo (el nombre). La próxima vez que escuchara el nombre de su amo, independientemente de si iba unido a la introducción rectal del calabacín, empezaría a salivar.
En honor a su chucho sin raza, bautizó el experimento, base de la psicología, como "Condicionamiento Cascarriano", a la par que dio lustre a la supositoriología.
#2 Funciona porque te hago feliz, y la gente con problemas gordos tiene derecho a ser feliz, aunque sea en internet y con comportamientos como el tuyo.
Es una labor social.
Comentarios
Excusatio non petita, accusatio manifesta.
#4 Me gusta que te tomes tu situación con humor.
Fascinante. No conocía esta historia tan enriquecedora.
Indudablemente, funciona.
#2 Funciona porque te hago feliz, y la gente con problemas gordos tiene derecho a ser feliz, aunque sea en internet y con comportamientos como el tuyo.
Es una labor social.
Cuando quieras lo dejamos.
Pensaba que te había parecido bien que lo dejásemos ya.
Como quieras.
Seguiremos con las aventuras del perrito condicionado.