Es innegable que la tauromaquia fue cultura en el pasado, en tiempos mas atrasados y primitivos, como también lo fue la vida en las cavernas, o el sacrificar bebés humanos a los dioses para que lloviera. Pero precisamente la mayor prueba que podéis tener de que la tauromaquia solo fue cultura en el pasado y ya no es cultura en el presente es muy simple: que el lobby taurino se niega en redondo a que se haga un referéndum a la ciudadanía, no ya sobre si prohibir o no la tauromaquia, sino siquiera sobre si poner una casilla en la declaración de la renta para que a la tauromaquia la financie solo quien la quiera financiar con sus impuestos.
Últimamente se ha puesto de moda entre los comentaristas taurinos decir que la tauromaquia ha renacido, que se ha puesto en auge otra vez. Cada vez que les leo eso, pienso: "sí, con el dinero ajeno". Sin el dinero de los impuestos de los antitaurinos, ya veríamos cuál sería el "auge" actual de la tauromaquia.
Un taurino tiene la libertad de ir a una corrida de toros si quiere. Sin embargo, un antitaurino tiene que pagar esa corrida forzosamente, quiera o no, con sus impuestos, pues no le permiten expresarse en referéndum. Esta es la famosa "libertad de la tauromaquia" de la que nos vienen hablando últimamente, la libertad, y el "auge", que da el dinero ajeno.
Esta es la mayor prueba que podéis tener de que la tauromaquia ya no es cultura. La tauromaquia moderna es solo un robo de dinero de unos a otros, blanqueado con maltrato animal.
O quizá no esté de mas introducir aquí una especificación conceptual: puede que la tauromaquia siga siendo cultura hoy día, pero si la tauromaquia es cultura de algo en la actualidad, es cultura de la incultura, del atraso, de la irracionalidad, de la bajeza, de la vileza, de la irresponsabilidad, y del maltrato innecesario e injustificable. Es decir, una cultura negativa, regresiva, destructiva. Y por supuesto, aun así, ya no es una cultura de todos, como debe ser toda cultura, solo de un residuo imbécil, que también reinstauraría el sacrificio de bebés humanos a los dioses para que llueva, el echar presos a los leones, o la vuelta a la vida en las cavernas.

El error de El Economista hoy al comparar los sueldos del sector público y privado es en realidad el mismo de ayer de Newtral: pensar que el cálculo de un aumento y un descuento son intercambiables, que si A es un tanto por ciento menor que B, entonces, B es el mismo tanto por ciento mayor que A.

Si el sueldo medio en el sector público es de 2.807,1 euros al mes y de 1.901,7 en el sector privado, el sueldo público es un 47,6% superior al privado (2807,1/1901,7=1,476) y, de forma equivalente, el sueldo medio privado es un 32,3% inferior al sueldo medio público (1901,7/2807,1=0,677).
Para mayor escarnio del medio, han sacado la noticia como principal titular de la portada.

Abres un libro o una revista por curiosidad. Estás leyendo y puede que alguien esté hablando o que escuches algún tipo de sonido que te distraiga. No es fácil encontrar el momento o el lugar adecuado para leer. No es fácil si te resulta complicado concentrarte. Ahora mismo puede que también alguien esté entusiasmado leyendo un libro en circunstancias lejos de las ideales.
Mientras lees tu atención está puesta aquí. Por otro lado, tu intención, que no es lo mismo, puede que sea la de encontrar algún tipo de conocimiento, entretenerte o simplemente leer por leer. Hay a quien le encanta leer, que es capaz de pasar las hojas incasablemente de un libro hasta terminarlo casi de golpe, y que antes de hacerlo, ya está pensando lo poco que le queda por terminar, y qué leerá después. También hay quien lee un libro un poco y enseguida prefiere dedicar el tiempo a otra lectura o a otra cosa directamente.
Leer tiene beneficios inmediatos y sin darte cuenta. Por ejemplo aprendes a escribir mejor. Cuando ves las palabras en papel o en pantalla, te familiarizas con ellas de otra manera. Y desde que ves una palabra mal escrita, algún resorte saltará en tu cabeza indicándote que hay alguna falta ortográfica en ella.
También leer ayuda a expresarte mejor, a hablar con un vocabulario más amplio y a enunciar frases sintácticamente correctas, enlazándolas de forma más fluida. Lo mejor de todo es que sabrás comunicarte mucho mejor. Todo lo que piensas o sientes sabrás verbalizarlo de una manera mucho más clara y concisa.
Si la pregunta es qué leer, yo creo sencillamente lo que te gusta, ni más ni menos. Una revista, alguna página de internet, cualquier lectura informal o un libro, por muy sencillo que sea, es siempre mejor que no leer nada.
Hay libros o lecturas que te ofrecen solo entretenimiento. Con otros puede que también obtengas algún tipo de conocimiento mientras pasas el rato. Hay otros libros o lecturas que te exponen una opinión sobre un tema y hay quienes escriben sobre algo de una forma más o menos académica.
Todo lo que tenga relación con el conocimiento dependerá de por qué lo lees. De cuál sea tu intención. No es lo mismo leer un libro de la Edad Media o de hace 20 años, buscando un conocimiento que siga siendo válido hoy en día, que leerlo desde la curiosidad o desde la investigación.
También hay libros de crecimiento personal, de religión, de juegos, etc. Los géneros y los tipos de lectura son casi interminables. Cualquier aspecto de la vida o de la imaginación puede que esté reflejado de alguna manera en algún libro o en alguna revista.
Si la lectura es de actualidad, o sobre nuestra sociedad, todo dependerá de nuestros ideales y de nuestro criterio. De nuestra capacidad de discernir también dependerá distinguir los hechos de las opiniones.
Y de opiniones están llenas las redes sociales, los medios de comunicación o los libros de recomendaciones. Comentarios de todo tipo, y sobre cualquier aspecto, que puedes leer en todos los formatos disponibles.
En definitiva, la lectura, como con cualquier otra afición, puede abstraerte totalmente. Y si es para madurar, crecer como persona, o para inspirarte y estimularte en algún sentido que te haga desarrollar positivamente, pues mejor todavía. O como decía Charles de Montesquieu: “No he conocido ningún mal que una hora de lectura no alivie.”
menéame