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Putin es el Bukele ruso que pasó desapercibido en Occidente

A mí me han contado anécdotas terribles como la de un mafioso que entró en una discoteca o local nocturno y señaló a tres chicas con el dedo para llevárselas y tener sexo con ellas. En caso de negativa, las chicas podían tener “serios problemas de salud”, incluso con consecuencias mortales. Para una chica atractiva, salir por la noche y pasear sola por las calles de una ciudad rusa como Moscú o San Petersburgo era peligroso. Una persona rusa me contó el caso de una mujer de su círculo de amistades cuando era adolescente, fue violada dos veces. Las peleas, incluso con resultado de muerte, también eran habituales.

Con la caída y la disolución de la URSS, Rusia no solo sufrió una crisis económica brutal. Hubo un incremento notable de la delincuencia en todas sus vertientes: asesinatos, robos y crímenes graves vinculados al desorden social, los cambios económicos y el tráfico de armas y drogas.

Por supuesto, las diferentes organizaciones del “crimen organizado ruso” emergieron después de un letargo soviético que las invitaba a actuar con más discreción. La privatización caótica, la corrupción, la debilidad del Estado y el auge del mercado negro ofrecieron un terreno fértil. Consolidaron su poder en ciudades importantes como Moscú y San Petersburgo.

Sus actividades eran múltiples: extorsión, narcotráfico, “protección”, prostitución, contrabando, blanqueo de dinero y negocios “legales” como tapadera (hoteles, casinos, importación de automóviles, etc.).

Me contaron que diferentes grupos criminales luchaban entre sí por el control del territorio y del “pastel”, y que la sangre corría por las calles de algunas ciudades rusas. También extorsionaban a personas que eran comerciantes o propietarios, e incluso les obligaban a firmar un documento para poner sus bienes a nombre de un mafioso. La policía rusa se veía desbordada. Además, muchos policías no actuaban o estaban metidos en el ajo. Un hombre empuja a otro y se inicia una discusión que termina con consecuencias fatales.

Hoy me cuentan que, bajo el gobierno de Vladimir Putin, la seguridad ha mejorado mucho (incluso bajo la situación de guerra con Ucrania) en comparación con aquella época de caos, y que ese tipo de episodios ya no son frecuentes en las ciudades rusas. Lo mismo pasa con los mafiosos rusos que iban de clásicos gánsters callejeros y se creían dueños de las calles: su número ha descendido y ya no tienen tanta presencia. Los que fueron listos legalizaron su situación.

Si buscan información en diferentes fuentes de Internet —diarios digitales, buscadores como Google, la Wikipedia o ChatGPT— todos coinciden en lo mismo: esa delincuencia sin control empezó a declinar justo cuando Vladimir Putin accedió al poder en Rusia.

La mayoría de los rusos detestan a personajes como Gorbachov o Yeltsin, en especial los rusos de 50 años para arriba, porque bajo sus gobiernos vivieron un calvario en cuanto a economía y seguridad. Gorbachov se cargó el estado de bienestar que la URSS proporcionaba en las décadas de los 60 y 70. Con Yeltsin vino el caos y la descomposición del Estado ruso.

Sin embargo, la opinión que se tiene de Gorbachov o Yeltsin en Occidente es positiva, como si fueran unos libertadores, cuando fueron unos incompetentes.

Pues si investigan bien y ven unas cuantas estadísticas, se darán cuenta de que les mintieron. La economía rusa, sin regresar a las cotas del estado de bienestar alcanzado por la URSS en los 60 y 70, está mejor que con los “ídolos” políticos rusos de Occidente, como Gorbachov y Yeltsin. Los índices de criminalidad volvieron a ser parecidos a los del periodo anterior a la disolución de la URSS. Por eso, Vladimir Putin ha gobernado tantos años el país. Los rusos han adoptado el lema: “Si algo funciona, no lo toques”.

Putin tiene un apoyo popular significativo entre los rusos porque la mayoría no quiere revivir ese infierno creado por la élite occidental, que prometió a los rusos en los 90 vivir en libertad, democracia y libre mercado, pero los obligó a sobrevivir entre delincuencia, corrupción política y la destrucción del estado de bienestar. La historia del engaño de Occidente se ha repetido con Ucrania, por mucho que algunos no quieran verlo. Occidente les ofreció ser miembro de la OTAN, ser miembro de la UE, dinero a espuertas y en realidad, lo único que hacen por los ucranianos es usar nuestro dinero para colocar inodoros de oro en la vivienda de algún político del régimen del Euromaidan y comprar armas para que hombres ucranianos puedan morir en el frente contra el ejército ruso.

Se critica mucho a Bukele por lo que hizo para acabar con los problemas de las Maras, pero hasta que él logró la presidencia, nadie movió un dedo por acabar con los problemas de delincuencia y crimen organizado en El Salvador. Y Bukele critica con razón a los organismos internacionales y a los medios occidentales, que parecían estar encantados con la situación de caos y criminalidad que se vivía en ese país centroamericano y que ahora lo critican a él, haciendo ver por vulnerar los derechos humanos, cuando en realidad, yo he visto otros países de su entorno, que además de tener un gobierno corrupto, un ejército y una policía represora, tienen unas cárceles horribles donde los funcionarios de prisiones abandonan a los presos a su suerte, a ver si se matan entre ellos. La inmensa mayoría de los salvadoreños va a estar de parte de Bukele, prefieren seguridad extrema con abusos policiales, que la situación anterior.Vladimir Putin no adoptó una política tan drástica en Rusia como hizo Bukele en El Salvador, pero consiguió el mismo efecto. Hay una gran parte de la población que le apoya y no hay mas ciego que el que no quiere ver.

Creo que los occidentales no estamos en condiciones de juzgar a otros países que han adoptado políticas diferentes a las que nosotros esperamos de ellos, cuando esos países tienen una mentalidad y unos problemas muy diferentes a los nuestros. Aún por encima, nosotros somos causantes en gran parte de sus problemas. Si no prosperan, una elite occidental les critica y en algunos casos, pone todos los medios para que no prosperen por su cuenta. ¡Dejadlos en paz!