«El número de necios es infinito» dice la Biblia, pero entre los tontos insignes hoy convertidos en personajes proverbiales un mendigo llamado Julián que vivió en Madrid allá en los primeros años del siglo XIX ocupa un puesto destacado, aunque no haya sido su nombre el que haya pasado a la posteridad sino su mote: el «Tonto del bote». Su peculiar forma de pedir limosna, con un bote de suela en la mano, había hecho popular a este «desgraciado imbécil», según relata Dionisio Chaulié al describir a los pedigüeños de su época en el libro «Cosas de
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Hay una entrada del 2007 pero parece que no funciona.
El tonto del bote
El tonto del bote
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