A Crespo y a unos cuantos compañeros se les ocurrió, para tener acceso a la mayor cantidad de juegos posible, asociarse y abrir un establecimiento llamado OneWay Software en el que se ofreciera alquiler de videojuegos de manera similar a los videoclubes tan populares en 1985 en un segundo piso de la calle Montera, porque era más barato que alquilar un local a pie de calle. En poco tiempo se formaban colas en las escaleras que llegaban hasta la calle de gente que quería alquilar juegos.
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