El principito y la rosa - Recreación literaria basada en El principito de Antoine de Saint-Exupéry
Anónimo
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- Te amo –le dijo el principito.
- Yo también te quiero - respondió la rosa.
- Pero no es lo mismo -respondió él, y luego continuó-. Querer es tomar posesión de algo, de alguien. Es buscar en los demás eso que llena las expectativas personales de afecto, de compañía. Querer es hacer nuestro lo que no nos pertenece, es adueñarnos o desear algo para completarnos, porque en algún punto nos reconocemos carentes.
“Al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa, la última de las libertades humanas: la elección de la actitud personal ante un conjunto de circunstancias, para decidir su propio camino”.
Viktor Frankl, El hombre en busca de sentido (1946)
"Fue una de esas ocasiones en las que sientes una sensación de pérdida, aunque no tuvieras nada en un principio.
Supongo que esa es la decepción: una sensación de pérdida por algo que nunca has tenido."
Deb Caletti, la naturaleza de Jade
"De todas las reacciones posibles ante una injuria, la más hábil y económica es el silencio".
Santiago Ramón y Cajal, Charlas de café
Si el dinero no tiene éxito en las elecciones, lo tendrá en los elegidos.
Graco.
"¡Y si se ponen tontos, se les pega un cañonazo y punto!
"El orgullo de quienes no pueden edificar es destruir".
Atribuida a Alejandro Dumas
“Las personas se engañan unas a otras del modo más natural y, sorprendentemente, sin resultar lastimados.”
Dazai Osamu, “Indigno de ser humano” (1948)
“Estoy harto de la disparidad entre las cosas como son y cómo deberían ser. Estoy cansado. Estoy cansado de la verdad y estoy cansado de mentir sobre la verdad”.
Atribuida a Edward Albee
“La vanidad humana nunca se ha sentido mejor que desde que existen las redes sociales”.
Atribuida a Javier Sanz
Que importa mi boca cerrada, ¡cuando piensas con el alma te oyen!
José Luis Sampedro, “La sonrisa etrusca” (1985)
"La gente se cree amiga porque coincide algunas horas por semana en un sofá, una película, a veces una cama, o porque le toca hacer el mismo trabajo en la oficina".
Julio Cortazar
"El amor surge como la gran resistencia al hecho inminente de la muerte”.
“Cada tic-tac es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite.
Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es solo saberla vivir.
Que cada uno lo resuelva como pueda”.
Frida Kahlo
“Uno debe morir con orgullo cuando ya no es posible vivir con orgullo”.
Atribuida a Friedrich Nietzsche
"El terror sin virtud es fatal, la virtud sin terror impotente."
Maximilien Robespierre
“Los animales, asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.“
George Orwell, “Rebelión en la granja” (1945)
“Es poco probable que la Humanidad pueda salvaguardar la civilización a menos que pueda evolucionar en un sistema de bien y mal que sea independientes del cielo y el infierno”.
Atribuida a George Orwell
Una tarde la gente vio a Rabiya buscando algo en la calle frente a su choza.
Todos se acercaron a la pobre anciana, ¿qué pasa? -le preguntaron-, ¿qué estás buscando?
―Perdí mi aguja, dijo ella. Y todos la ayudaron a buscarla.
Pero alguien le preguntó:
―Rabiya, la calle es larga, pronto no habrá más luz. Una aguja es algo muy pequeño, ¿porqué no nos dices exactamente dónde se te cayó?
―Dentro de mi casa, dijo Rabiya.
―¿Te has vuelto loca?-preguntó la gente-. Si la aguja se te ha caído dentro de tu casa, ¿porqué la buscas aquí afuera?
―Porque aquí hay luz, dentro de la casa no hay.
―Pero aun habiendo luz, ¿cómo podremos encontrar la aguja aquí si no es aquí donde la has perdido? Lo correcto sería llevar una lámpara a la casa y buscar allí la aguja.
Y Rabiya se rió.
―Sois tan inteligentes para las cosas pequeñas, ¿cuándo vais a utilizar esta inteligencia para vuestra vida interior?
Os he visto a todos buscando afuera y yo sé perfectamente bien, lo sé por mi propia experiencia que lo que buscáis está perdido dentro. Usad vuestra inteligencia ¿porqué buscáis la felicidad en el mundo externo? ¿Acaso lo habéis perdido allí?
Se quedaron sin palabras y Rabiya desapareció dentro de su casa.
Cuentos y fábulas de Buda
"No hay ninguna razón por la que no se pueda enseñar a un hombre a pensar."
Me ocurrió una vez, en un cruce, en medio de la multitud, de su ir y venir.
Me detuve, parpadeé: no entendía nada. Nada de nada: no entendía las razones de las cosas, de los hombres, todo era insensato, absurdo. Y me eché a reír.
Lo extraño para mí era que nunca antes lo hubiese advertido. Y que hasta ese momento lo hubiese aceptado todo: semáforos, vehículos, carteles, uniformes, monumentos, aquellas cosas tan separadas del sentido del mundo, como si hubiera una necesidad, una consecuencia que las uniese una a otra.
Entonces la risa se me murió en la garganta, enrojecí de vergüenza.
Gesticulé para llamar la atención de los transeúntes y «¡Deténganse un momento!», grité. «¡Hay algo que no funciona! ¡Todo está equivocado! ¡Hacemos cosas absurdas! ¡Este no puede ser el camino justo! ¿Dónde iremos a parar?».
La gente se detuvo a mi alrededor, me observaba, curiosa. Yo estaba allí en medio, gesticulaba, me volvía loco por explicarme, por hacerlos partícipes del relámpago que me había iluminado de golpe: y me quedaba callado. Callado porque en el momento en que alcé los brazos y abrí la boca, fue como si me tragara la gran revelación y las palabras me hubiesen salido así, en un arranque.
—¿Y qué? —preguntó la gente—. ¿Qué quiere decir? Todo está en su sitio. Todo marcha como debe marchar. Cada cosa es consecuencia de otra. ¡Cada cosa está ordenada con las demás! ¡Nosotros no vemos nada de absurdo ni de injustificado!
Yo me quedé allí, perdido, porque ante mi vista todo había vuelto a su lugar y todo me parecía natural, semáforos, monumentos, uniformes, rascacielos, rieles, mendigos, cortejos; sin embargo, aquello no me daba tranquilidad sino tormento.
—Disculpen —respondí—. Tal vez me haya equivocado. Me pareció. Pero todo está en orden. Disculpen —y me abrí paso entre miradas ásperas.
Sin embargo, todavía hoy, cada vez que no entiendo algo (a menudo), instintivamente me asalta la esperanza de que esta vez sea la buena, y que yo vuelva a no entender nada, a adueñarme de aquella sabiduría diferente, en un instante encontrada y perdida.
Italo Calvino
"No hay ningún viento favorable para el que no sabe a qué puerto se dirige”.
Artthur Schopenhauer
“Contra soberbia, humildad, suspira el fraile.
Contra soberbia, ¡rebelión!, gritamos los hombres”.
Ricardo Flores Magón
Lo llaman Barbero, aunque no afeita ni corta el pelo. Vive en las profundidades de los mares tropicales, y de allí no sale.
Atiende cerca de los arrecifes de coral, en su barbería custodiada por anémonas y esponjas de colores.
En largas filas, esperan los peces sucios de bacterias, parásitos y hongos.
Él los limpia, siempre en silencio.
Este es el único barbero que no habla. Ni una palabra, nunca.
menéame