Dos años antes de que el órgano rector del fútbol, la FIFA, organizara la primera Copa del Mundo en 1930, se encargó un trofeo que estuviese a la altura del prestigio que se le quería dar al torneo. Se diseñó una copa de plata chapada en oro sobre una escultura de la diosa griega Niké. Después de cada torneo, el país ganador tenía la copa en propiedad hasta la siguiente edición del Campeonato Mundial. Como incentivo adicional, el primer país en ganar la Copa tres veces se convertiría en propietario permanente del trofeo.
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Se diseñó una copa de plata chapada en oro sobre una escultura de la diosa griega Niké
¡Qué curioso! La misma que da nombre al proveedor oficial del F.C. Barcelona.
Que miren en las vitrinas del Bernabeu