Hace 11 años | Por --136875-- a jotdown.es
Publicado hace 11 años por --136875-- a jotdown.es

Fue un pulso a sí mismo extraordinario. Un reto descomunal que, además, tenía premio: un billete para los Juegos Olímpicos de Múnich. Steve Prefontaine miró fijamente las cuatro cifras que su entrenador, el mítico Bill Bowerman, escribió en su libreta de notas: 13:23 minutos, una cifra escandalosa para correr los 5000 metros de los preolímpicos norteamericanos de 1972. Pero no para Prefontaine, que creía que podía hacer absolutamente cualquier cosa. Y más cuando competía en casa, en la pista Hayward Field de la Universidad de Oregón.