Preston Sturges, el primero, antes que Billy Wilder, que decidió que nadie estropearía sus guiones dirigiéndolos y se convirtió así, y a disgusto de los grandes estudios de Hollywood, en la rara avis de guionista-director. dejó un buen puñado de obras maestras, de esas que no olvidas nunca y que te permiten vivir en el metaverso de tus sueños, ese que no hay legislador o autócrata que pueda suprimir o legislar. Un paraíso siempre recobrado.
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