Comencemos con dos verdades evidentes. La primera es que el TG (Trabajo Garantizado) es una patata de ocurrencia soviética, la segunda es que la RBU es posible. Dejemos el primer axioma como aviso al futuro gobierno de filósofos sabios de Pablemos y vayamos con la RBU, que es desde hace décadas tan factible como lo ha sido enviar una nave espacial tripulada a Júpiter. Saltos científicos, técnicos e incluso políticos más alucinantes e inimaginables se dieron en los dos últimos grandes conflictos mundiales y durante la "guerra fría": la incorporación masiva de la mujer al trabajo, domesticar la energía nuclear o poner antropoides en la Luna. Cuando humillar y apalizar al enemigo nos motiva somos capaces de movilizar millones de cerebros y hacer cosas alucinantes, logros sobrehumanos dignos de poderosas divinidades indias. La RBU no sería la gran cosa, una operación minúscula comparada con las movidas a las que nos tiene acostumbrados el capitalismo financiero. La particularidad de la RBU no es que sea imposible, es que provocaría efectos tan estupendos, como perversos, en un sistema donde necesitamos explotar, encadenar o directamente esclavizar a una buena parte de la humanidad para que la otra (o gran parte de la misma) pueda jugar a lo de los pollos con su smartphone, mantener el edificio social de un partido político o simplemente echar un polvo.
Pero los RBUsianos han venido para quedarse, y ya no van a dejar de dar la lata, porque los sistemas para producir y gestionar cosas se están automatizando y optimizando cada vez más rápidamente de modo que las computadoras y los robots les quitan cada día más trabajos a las masas proletarias que no tienen capacidad para optar por otros nichos laborales productivos que requieran la formación técnica o la creatividad que queda fuera del alcance de las máquinas... de momento. En algunas décadas los transportistas de mercancías y de personas desaparecerán, camioneros, taxistas, pilotos, incluso los ascensoristas desaparecerán, aunque ahora nos suene a ciencia ficción. Programas de música crearán millones de exitosas canciones pop basadas en el Canon de Pachelbel y robots de mil formas distintas realizarán actividades físicas complejas, desde arreglar cañerías hasta imprimir edificios. Llegará un momento en el que, a causa del nivel de automatización habrán salido del circuito laboral masas ingentes de medio adultos y medio viejecillos que no tendrán con que ganarse la vida, pero tampoco estarán entusiasmados con la idea de acabar procesados en forma de galleta. La RBU será imprescindible, y es entonces cuando presenciaremos sus efectos más inquietantes.
Los favores económicos a la familia, la caridad pública hacia los extraños, los regalos a los amigos son acciones que construyen nuestra imagen en sociedad y tiene que ver con la percepción que tenemos sobre el valor de las cosas y con lo que nuestro entorno social conoce sobre lo que cuesta conseguirlas. Por ejemplo si somos beneficiarios completos de la RBU, pudiera darse el caso de que al dar un euro a un tipo con aspecto de indigente fuéramos tomados por unos rácanos miserables, ya que ese dinero no nos ha costado nada, o bien que se tomara por un insulto ya que, al no existir mendigos gracias a la RBU, el destinatario no sería tal si no un hipster ofendido tan opulento como nosotros. No sólo es el temido efecto del inflamiento del precio de las cosas, es más bien el inflamiento del precio que nos costaría el mantener una buena imagen en sociedad y el desinflamiento de nuestras relaciones muchas veces hilvanadas por sutiles cálculos económicos. Porque las relaciones económicas son también un pegamento social, y cuando no tengamos que contar con éstas para asegurar nuestra subsistencia o el malvivir actual la autonomía que obtendremos nos abocará a un pavoroso horizonte de libertad. Existirán aun determinados tipos de relaciones y servicios que sólo podrán llevar a cabo seres humanos y que, más que aumentar de precio, con la RBU podrían muy bien desaparecer. Qué será de las redes clientelares de los partidos o de las putas. Qué pasará cuando todo el mundo tenga el suficiente dinero para poder mandar a la mierda a todo el mundo.