¿Quién dijo que no se podía? Todos estos filmes llevaron a la pantalla otras tantas novelas con las que no se atrevería ningún director en su sano juicio. Y no de unos libros cualquiera, sino de libros inadaptables: por raros, por extensos, por estar cubiertos de prestigio o por las tres cosas a la vez, las novelas de Don DeLillo, Salman Rushdie y David Mitchell parecían fuera del alcance de los cineastas más atrevidos.
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