Tras hablar de la madurez del jugón y de su vida de casado, era lógico llegar al siguiente paso. Los hijos, ese temido y/o esperado momento en el que nuestro deseo por perpetuar la especie se materializa en una pequeña personita que lleva impreso parte de nuestro código genético. Es como un DLC de nuestro ser. Voy a obviar el problema de si tener hijos elimina directamente el tiempo que podemos dedicar a los videojuegos.
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