El problema de los «gorrillas» en Córdoba parece haberse convertido en un mal endémico difícil de erradicar. Su función no se encuentra regulada, pero eso no es óbice para que la mayoría de conductores les abonen «la voluntad» cuando estacionan su vehículo. Y es que el temor de encontrarse la carrocería del coche rayada o el limpiaparabrisas roto basta para que estos vigilantes de «motu proprio» se llenen los bolsillos.
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