Así comienza el artículo de Javier Rioyo: «Estoy perdido, condenado y quiero mi excomunión. Yo, como mi admirado ateo Eduardo Arroyo, con el que comulgo en volterianismo y anticlericalismo, tampoco quiero que con mi dinero se subvencionen obispos, Conferencias Episcopales, ni católicos en las calles, ni antiabortistas furibundos, ni seguidores de un Papa que no quiere preservativos, ni hipócritas amantes de linces ni a ninguno de esa tropa.»
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