La valla de espino que José lleva tatuada en el brazo derecho le costó seis cajetillas de Winston. Fue dibujada bajo su piel; con tinta china, una aguja de coser y el motor de un walkie talkie; durante su tercera estancia en prisión, todas por robo con fuerza. En el primer año de los dos de la condena que todavía cumple, cursó las 1.104 horas de los títulos de Forestal y Jardinero, gracias al Proyecto Oxígeno, que busca la reinserción social de reclusos mediante el cuidado del medioambiente.
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