La semana pasada falleció en Alaska Marie Smith Jones, un mujer de 89 años que fumaba como una chimenea. Con ella, se apagó un idioma. Smith Jones era la última hablante de eyak, una lengua utilizada durante siglos por los aborígenes del sur de Alaska. Si no falla la estadística, la semana que viene morirá, en algún punto del mundo, otro último hablante.
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