Comprendo perfectamente, y siempre lo comprendí, que una familia con ese dolor en la memoria desee rescatar los restos de su gente querida y honrarlos como se merecen. Lo que ya no me gusta, y así lo expresaba en el artículo, es la desvergüenza de quienes utilizan el dolor ajeno para montarse chiringuitos propios. «Parece que para usted todos los muertos de esa guerra sean iguales». Así que hoy, al hilo del asunto, voy a contar una historia real...
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