Aproximadamente a un tercio de la población comerse un sabroso helado le produce un repentino dolor de cabeza, que normalmente desaparece en un intervalo de 10 a 30 segundos. Janusz Kaczorowski, de la Universidad McMaster, asegura que la sensación se produce cuando el helado, muy frío, toca el cielo de la boca. Al enfriarse los nervios del paladar, los vasos sanguíneos del cerebro se dilatan y generan migraña.
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