La frase original es sobre economía (fue acuñada por el jefe de campaña de Bill Clinton en 1992), pero vale la pena traerla y adaptarla a este contexto. ¿Por qué? Porque si hay mucho que aprender de Belén Esteban, el mundo anglosajón también tiene mucho que enseñarnos. Y lo primero es a quitarnos de encima el sambenito de que solo en Estados Unidos se hace ciencia, que allí están los grandes centros de investigación y que las revistas especializadas son patrimonio de ellos.
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