Madrugada de febrero de 1991 en el campamento “Geolamas” de la Isla Marambio, en la península Antártica. Las palabras se veían en la carpa. “Hablábamos y la respiración se condensaba de un modo que parecía niebla”, recuerda la doctora en geología Andrea Concheyro. “Me muero de frío, me dijo mi compañera esa noche. Y le contesté: “No puede ser si la bolsa de dormir soporta ?30ºC. En eso, miramos el termómetro y marcaba ?36,5º”, agrega. ¿Qué hicieron? “Aguantar. Juntar un poco las colchonetas para darnos calor. Es horrible dormir con frío”...
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