Ella tiene los ojos grandes como los de Nueva York, la ciudad que nunca los cierra, la que nunca duerme, la ciudad donde la conocí realmente, dónde empecé a saber quién era y a dejar que ella me viese a mí con esos ojos tan grandes y llenos de promesas como la noche en la Gran Manzana. Fue una suerte que me invitara a visitarla allí un verano porque conocí la ciudad de mis sueños mientras conocía los sueños de la mujer que iba a despertar los míos y me iba a despertar de tanto sueño sin noche y tanto día sin sueños.
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