Europa intenta comer lo más barato posible y mira a China. Si los tomates ya no tienen el sabor de antes, las quejas son de unos pocos, porque la gran mayoría de los europeos lo que buscan es pagar lo menos posible. Pero esta búsqueda de alimentos a buen precio, cientos de miles de toneladas importadas desde China, está generando problemas mayores.
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